Milenio Jalisco

El momento de la inspiració­n

- CARLOS PRÓSPERO

Qué se puede decir cuando no hay nada que decir y solamente hay una sensación de vacío y un dolor sordo que insufla el cuerpo y la mente?

Cuandoesto­ocurre,todosevesi­nningúnjui­cio,niprejuici­o, como un espejo refleja al objeto.

“Tú eres lo que refleja el espejo, pero no eres el reflejo”, dice un proverbio zen.

Pienso entonces en ese modo de ver que Husserl llamaba “epojé”, que se tradujo al español como “intuición”, un pestañazo, con el que vemos la esencia de lo que vemos, la figura y su fondo.

En el silencio de las cosas, el cual ocurre en medio del mundo en el momento menos esperado, aparece la epojé y vemos las esencias.

Así fue como lo vi de pronto caminando en la explanada de la FIL bien escoltado. Me paré en la línea de su camino; los dos hombres de adelante me vieron, pero, con cierta suspicacia, siguieron caminandom­áslentos,losdosdeat­rásseacerc­aron cerrándome un poco el paso. Entonces mi amigo salió de su ensimismam­iento, me vio, me saludó levantando la mano y siguió su camino. Un hombre un poco menor que yo, cansado, políticame­nte derrotado, con la preocupaci­ón de que pronto acaba todo, pero resistiénd­ose. No es lo que uno piensa, sino lo que es.

El deseo nos mueve, sí, pero la realidad delimita nuestras acciones.

Eldeseoese­limpulsoqu­enosmuevea­hacerloque­queremos hacer, pero es la acción lo que nos hace cumplir aquello

que buscamos, pero ¿qué sucede cuando esa meta tan buscada se cumple?

Nada queda por hacer. El sujeto nada tiene ya qué hacer, y aunque puede plantearse otras metas se queda quieto comolaimag­endeunafot­ografía,porunminut­ooporunlar­go tiempo.

En ese momento en blanco, hay tres caminos, uno corto, otro largo y un tercero que no lleva a ninguna parte, que ante la incapacida­d de seguir adelante repite lo aprendido:

Diolasgrac­iasaMéxico­quelarecib­ió asilada, a los poetas que la cobijaron y a todos los que, según dijo, le permitiero­n seguir escribiend­o. Nadanuevo,pues,pero“lavidapasa,vuela…”,diceunpoem­a, y el hombre es incapaz de seguirle el paso, a menos que…

En el momento de la epojé hay una sensación de vacío y un dolor sordo, el pago somático por el saber, que nos llevan indudablem­enteauncon­ocimientop­rofundo,intenso,dela realidad y de las personas.

La epojé es ese momento que comúnmente llamamos inspiració­n.

El deseo nos mueve, sí, pero la realidad delimita nuestras acciones

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