Ética y bioética de la ingeniería genética
El debate sobre ingeniería genética ha vuelto a aparecer en las noticias alrededor del mundo. Esta ocasión ha sido a raíz de que el genetista chino He Jiankui fue expulsado de la Universidad de Hong Kong por haber concluido una modificación genética en seres humanos. De su experimento nacieron ya dos gemelas modificadas genéticamente, con la supuesta finalidad de hacerlas resistentes al VIH, virus que portaba su progenitor. No se sabe cuál es el estado de salud de las gemelas.
Desde los años setenta han surgido tecnologías genéticas cada vez más refinadas y prometedoras. A la par, los cuestionamientos éticos y bioéticos han llegado no solo de filósofos o sociólogos; los mismos científicos no parecen llegar a un acuerdo.
En julio de 2017, el MIT anunció que un grupo de investigación había usado la técnica de edición de genes Crispr para manipular embriones humanos. Pero los científicos no permitieron el desarrollo de los embriones más allá de unos días.
Algunos investigadores en China habían hecho notar que esa técnica de edición genética llamada Crispr en ocasiones producía cambios genéticos off-target; es decir, fuera del blanco al que se apunta. Por si eso no bastara, en otras ocasiones los cambios buscados solo eran asimilados por algunas de las células embrionarias. Lo anterior puede dar resultados sumamente negativos. Entre otras posibilidades, puede presentarse el efecto mosaico, en el que un mismo individuo es portador de secuencias de genes diferentes en las células de su organismo. Esto pone en tela de juicio la viabilidad de la técnica.
A pesar de ello, He Jiankui difundió en YouTube que había modificado genéticamente a las dos gemelas para hacerlas resistentes al VIH. A la fecha no hay un solo reporte serio al respecto y el genetista está desaparecido. Estos tropiezos suceden en gran medida debido a la ausencia de una legislación adecuada. La modificación genética es un arma maravillosa, pero puede ser terriblemente conflictiva.
Otro aspecto álgido en torno a este debate se encuentra en la experimentación con animales. Las éticas no antropocéntricas consideran que no tenemos el derecho de tomar la vida de un animal —que es la única que tiene— para someterla a un laboratorio
Al respecto, las opiniones en contra del empleo de los animales en estudios de laboratorio se han dividido en dos: los abolicionistas, que consideran que debemos acabar radicalmente con el uso de animales en laboratorios, y los bienestaristas, defensores de las famosas “tres erres”: Refinar la investigación: cuidar el bienestar del animal de laboratorio; Reducir las investigaciones: el filósofo Jesús Mosterín calculaba que, si se deja de repetir en cada universidad del mundo un experimento que ya ha sido comprobado, el empleo de animales en laboratorios de reduciría a 4%; y Remplazar a los animales de laboratorio y enseñanza con nuevas tecnologías computarizadas.
Regular el empleo de la ingeniería genética en nuestro país es ya imprescindible.
La modificación genética es un arma maravillosa, y también muy conflictiva