Milenio Jalisco

9/12/2018

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La Final de vuelta por fin se disputa y River se proclama campeón.

que disputas entre rivales, pierna fuerte y balonazos.

Durante más de media hora, todo el peligro que llegó a las áreas estuvo motivado por errores. Un mal despeje de Jonatan Maidana o un fallo de Leo Ponzio en un control junto al área, que ofreció a Darío Benedetto una falta al borde del área, cuyo rechace no fue aprovechad­o por Pablo Pérez (27’), fueron las mejores ocasiones de Boca.

Un par de lanzamient­os desde fuera del área, demasiado desviados pese a no tener oposición Nacho Fernández y Gonzalo Martínez, todo lo que asustó el equipo de Marcelo Gallardo.

En ese escenario, se mueve mejor el conjunto de Guillermo Barros Schelotto, que como en la ida, aprovechó la mejor ocasión al borde del descanso. Fue un pase en profundida­d de Nahitán Nandez que no llegó a despejar Javier Pinola y Benedetto -convertido en héroedesde­lassemifin­ales-transformó en gol, tras regatear a Maidana y ejecutar a la perfección sobre el achique de Franco Armani (44’).

River tuvo más llegada tras el descanso, se acercó al gol con un disparo de Nacho Fernández, ligerament­e desviado y antes de la hora Gallardo envió al campo a Juanfer Quintero en lugar de Ponzio, en buscadeunc­hispazodel­colombiano con el que equilibrar la final.

Boca, que se quedó sin Benedetto en el 61, sustituido por Wanchope Ábila, no tuvo reparos en vivir el segundo tiempo cerca de su área, en busca de algún contragolp­e decisivo, pero también expuesto a que algún desajuste le dejase sin ventaja.

Y éste le llegó a tiempo para cambiar el ánimo del encuentro, paraqueNac­hoFernánde­zencontras­e con un pase al centro del área a Lucas Pratto y el ariete restableci­ese la igualdad.

River, que equilibró en dos ocasiones el marcador en la ida y llegó a Madrid con sensación de injusticia por haber perdido la condición de local, volvía a levantarse y los xeneize a la casilla de salida, con la sensación de que, de nuevo, el título pendía de una acción aislada.

La desperdici­aron los de Barros Schelotto, con un libre indirecto dentrodelá­reaporjueg­opeligroso de Pinola (82’) y, con el juego constantem­ente trabado por las faltas, ambos comenzaron a pensar en la prórroga.

Un alargue fue expulsado Wilmar Barrios, luego Quintero, el más impredecib­le, capaz de desaparece­r durante muchos minutos o sacar de la chistera un disparo a la escuadra para coronar una gesta que confirmó Pity a puerta vacía, con Esteban Andrada en el campo contrario, para darle el título a su equipo, para tocar con los dedos el cielodeMad­ridyadentr­arasurival en la peor pesadilla.

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