Así las cosas para la final
Le queda al Cruz Azul y a su enorme y nuevamente esperanzada afición un gran rincón al cual asirse: todos los partidos son diferentes. Y por si hace falta para recargar los ánimos, hay otra máxima a la cual recurrir: los equipos habitualmente se comportan de manera diferente ante rivales diferentes.
Y es que después de la enorme exhibición de poderío ofensivo que el América dio la noche del domingo pasado y con la que terminó aplastando a los Pumas, el análisis más profundo pone en clara condición de favorito en la final que sostendrán jueves y domingo próximos cruzazulinos y americanistas a estos últimos.
El América luce impresionante. No hay por qué no decirlo. Es lo que se ve. Es un conjunto absolutamente conectado en lo anímico y que funciona muy pero muy bien en la cancha, sobre todo cuando ataca a los rivales. Además tienen en el cobro a balón parado, sean tiros de esquina o faltas, un arma que en cada partido les representa goles a favor.
No se ve, o no se ha visto así durante toda la Liguilla, el Cruz Azul. Los dirigidos por Pedro Caixinha se defienden de forma estupenda pero en ataque se muestran lentos, desconectados, nada contundentes, ni peligrosos. Tendrán que mejorar muchísimo para ganarle a sus odiados rivales esta nueva final.
Lo que se vio contra el Monterrey es a un Cruz Azul al que le duele muchísimo la marcación tipo achique. Elías Hernández, el jugador talentoso, estuvo aislado y apático, por momentos hasta pareció agotado físicamente.
En cambio todos en el América, empezando por los laterales Aguilar y Sánchez, tienen un tono brioso y energético.
El éxito del Cruz Azul consistirá en llevar el juego a su ritmo y a su terreno. Hacer y lograr esto en un partido es posible. Pero en un duelo a dos encuentros se antoja muy pero muy complicado.
Pero en el futbol a veces la lógica no gana. Hay imponderables. Hay sorpresas.
América es un conjunto conectado y funciona muy bien en la cancha