Finales de bostezo
¿Qué
pasó con el futbol? ¿Cuándo lo perdimos? Se trata del deporte con mayor capacidad de convocatoria pero también es el que menos espectáculo ofrece. Se supone que la final es el partido cumbre. El encuentro que debería jugarse de ida y vuelta con aproximaciones permanentes con jugadas que provocan el ¡Ahhh! colectivo. Pues no. En la mentada súper final de la Copa Libertadores soporté menos de quince minutos y Perú.com. Lo define así: “en un partido con poco futbol, River Plate tuvo el carácter para levantar un golencontraquenosuporesguardarBoca,quiense quedó sin recursos tras la expulsión. Todo se decidióporungolpedeclasedeQuintero,elproyectode granestrellaquenuncaalcanzalaregularidadnecesaria pero que es capaz de conducir a su equipo a la conquista de cualquier título. Y es que, impresionados por el escenario, la trascendencia del duelo o el cambio de temperatura, River y Boca tardaron más de media hora en entrar en calor, en ofrecer algo más que disputas entre rivales, pierna fuerte y balonazos”. Me llama la atención eso de que tardaron “más de media hora para entrar en calor”. Que generosidad. En nuestro corrupto y degenerado futbol me voy a remitir a la experiencia de mis colegas a través del Twitter. El excelente narrador Paco González definió así: “¡La final se convirtió en lucha y fuelle y no tuvo mucho fútbol! Al finalunpocodedramaynadamás. Dominóelmiedoaperderenlugar de la ambición por ganar. Fallaron todos incluidos el arbitraje y quedó a deber demasiado”. Juan Pablo Romero: “Partidodefinalmuyequilibradoperobajodecalidad,si estos son los buenos, como serán los equipos malitos”.DavidFaitelson:“Larealidadesque,hastaahora, hemos visto un “bodrio” de Final.
En conclusión: la final fue un bodrio, digna para cualquier persona con problemas de sueño. No puede dormir, fácil, que le pongan la grabación del partido.
Es el que menos espectáculo ofrece. Se supone que la final es el partido cumbre