Guadalajara hacia su quinto centenario
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Cómo será la Guadalajara del quinto centenario? No solamente por la efeméride es de esperar que al arribar la ciudad a ese 2042, muchas de las cuestiones que hoy nos agobian hayan obtenido una solución genuina. Además, si algo nos queda claro es que no hablamos exclusivamente del municipio sino de una compleja conurbación que ahora nos perturba con sus problemas y carencias pero que, definitivamente, estamos en tiempo de accionar para un mejor futuro.
Cuando la capital jalisciense cumplió su cuarto centenario, las autoridades estatales y municipales efectuaron algo fundamental: dotarla de nuevas redes de agua potable y alcantarillado y, también, levantar algunos inmuebles y monumentos significativos, como el mercado que lleva ese nombre o, más célebres aún, los Arcos de ingreso construidos por Aurelio Aceves. La población apenas rebasaba el cuarto de millón de habitantes y los municipios aledaños se consideraban villas. Para el cuarto centenario y medio, 1992, el alcalde Gabriel Covarrubias tenía que satisfacer las necesidades de la mayor parte de los 3.5 millones de moradores de la entonces zona metropolitana, y los actos conmemorativos fueron relativamente modestos.
La gran duda es cómo llegaremos los que aquí vivimos a celebrarnos los 500 años de que Cristóbal de Oñate pusiera aquí la base de una nueva ciudad. Habida cuenta de que en las últimas décadas la acumulación de desórdenes y problemas derivados de la dispersión ha puesto a la zona urbana contra la pared, lo único que puede salvarnos es lograr que toda acción emprendida sea encaminada a lograr un cambio en la manera de pensar y actuar de todos -gobernados y gobernantes-, un trabajo de gobernanza entre ciudadanos y autoridades permanente que influya en el colectivo y nos lleve a un cambio de paradigma. Hay que imaginar que para entonces Jalisco muy posiblemente se esté acercando a los 10 millones de habitantes y que la concentración en la capital del estado sea mayor a la actual. Así que el plazo se aprecia perentorio, y obliga a tomar conciencia de que, solo con el esfuerzo en común de todos los municipios involucrados, podrá alcanzarse una nueva meta de bienestar.
Así nace la intención de alcanzar un gran acuerdo denominado “Guadalajara 500”, mismo que tendrá como objetivo básico construir con los habitantes una ciudad a la altura de sus expectativas. Esto no es algo sacado de la manga ni una moda gubernamental. Ya se han diagnosticado una y otra vez los problemas y diferentes requerimientos de la metrópoli, de manera que no es cuestión de retomar más investigaciones y estudios acerca de los temas de crecimiento, agua, vivienda, ordenamiento territorial, seguridad y muchos más. Lo que falta es echar a andar un proceso que vaya más allá de los aspectos políticos o de los colores en cada localidad.
No son pocas las ciudades en todo el mundo que han sido capaces de transformarse, de provocar, por ejemplo, el repliegue poblacional, el rescate de los centros históricos, de modernizar sus servicios y, en suma, de alcanzar un nivel de habitabilidad cada vez mejor. De transformar su vocación, y vaya que algunas habían entrado, en la decadencia y el total deterioro. Para nosotros la tarea no es fácil pero gracias a la participación y empuje ciudadano ya contamos con instancias establecidas para que la coordinación sea real, como el IMEPLAN -hoy convertido en Instituto de Planeación y Gestión de Desarrollo del AM, encabezado por Mario Silva-, la ya anunciada reconversión del SIAPA, una agencia metropolitana de seguridad que se vislumbra en una lógica de coordinación de los 3 niveles de gobierno, una coordinación para la gestión del territorio estatal encabezada por Patricia Martínez. Una obligatoria revisión de los programas de residuos para encaminarlos a una meta de “basura 0” como el modelo SIMAR SURESTE que tenemos muy cerca y el futuro de mixtura en nuestra ciudad como lo marca la agenda de Hábitat lll. Además, habrá que actuar de una manera más decidida para que el ordenamiento urbano sea efectivo y no tan vulnerable a las acciones depredadoras de algunos intereses privados que buscan sortear a su antojo normas, reglamentos y leyes. La verdad es que las condiciones parecen estar dadas para que no transcurran más trienios ni otro sexenio en Jalisco sin que se hayan tomado decisiones importantes hacia una nueva manera de enfrentar juntos nuestros problemas.
Guadalajara 500 busca vincular a todos los habitantes del Área Metropolitana de Guadalajara pues requerimos de la voluntad y el involucramiento de todos los sectores de la sociedad. Nuestra ciudad demanda ejes de trabajo a largo plazo que den continuidad, que trasciendan los cambios de gobierno y las ideologías políticas. Esto, desde luego, con el propósito de que el aporte de todos conduzca a una construcción colectiva.
En efecto, “Guadalajara 500” constituye una visión de ciudad en la que se entiende que la transformación es un asunto de todos, además de que es una excusa maravillosa para hacer a un lado los perfiles políticos y sectarios, en aras de un gran pacto social de beneficio común. No hay que olvidarlo: Guadalajara en su medio milenio de existencia será, simplemente, lo que nosotros queramos.
Guadalajara en su medio milenio de existencia será, simplemente, lo que nosotros queramos