Moral y ley civil
De vuelta en la moral. De regreso en lo que es éticamente correcto pero no necesariamente vinculante a lo legalmente establecido. Una vez más, volvemos a dejar de lado la ley civil para traer de regreso a la moral. Un ejercicio por demás peligroso para la era moderna y para el México actual, en el que sus bases sociales siguen siendo el conglomerado de ciudadanos que no leen, no piensan y creen ciegamente en su caudillo. El mundo maniqueo del actual Presidente y su particular forma de gobernar divide aún más las profundas diferencias sociales del país. Parece ser que, a falta de una política pública exitosa, las mañaneras se han convertido en un espacio para las acusaciones y señalamientos de todo tipo. La clave de todo esto es el concepto de honradez y bondad que sobre sí mismo tiene el Presidente.
El concepto de honradez lo utiliza para legitimarse como bueno y el resto de los funcionarios y ex funcionarios, como corruptos y, por lo tanto, malos. El malo actual no se circunscribe a aquel que cambió de religión como en la Edad Media; es, más bien, el que no tiene calidad moral para llamarse honesto y, por lo tanto, no está legitimado para opinar. La esfera de la bondad y maldad, del bien y el mal, son claramente peligrosas para la razón y para la ley en sí misma porque basta con ser llamado “malo” por aquel que se cree “bueno”, para enjuiciar y linchar política y socialmente al señalado. El linchamiento social, siempre, antecede al linchamiento bélico y a la violencia física.
La ley no puede juzgar a alguien por sermalo.Lodeberádejuzgarporquevioló la ley y, al hacerlo, merece una pena o sanción que debe de pagar. Si lo llegase a juzgarporsumaldad,tendríamosqueregresar a la Edad Media, en donde el bien y el mal eran definidos por la religión católica. Esa experiencia histórica llamada “oscurantismo religioso”, hundió el progreso y la modernidad durante más de mil años en los que imperó la religión.
Por eso es tan peligroso el discurso del Presidente. Porque en lugar de cumplir la ley, la viola so pretexto de las urgencias que él mismo provocó; porque en lugar de investigar a todos los exfuncionarios de más alto rango, se excusa alegando quenohaydenunciasdepormedio;porque en lugar de unir a un país al borde de la desesperanza, lo desune con el discurso persecutorio de todas las mañanas; porque en lugar de garantizar candidatos capaces y honestos, propone perfiles que nuevamente presumen honestidad pero no capacidades.
Ya lo escribía Thomas Hobbes hace muchos años en una reflexión de corte ético: “Esa norma privada para definir el bien no solo es doctrina vana, sino que también resulta perniciosa para el Estado público”. O parafraseando a Kant, podríamos decir que el bien que se haga por otro que ese otro pueda hacer por sí mismo, lo hace inútil.
Quién sabe si bajo estas reflexiones, la idea de que el pueblo es bueno no sea otracosaqueelideario,laesperanzamás profunda de un presidente porque se haga realidad pronto.