Milenio Jalisco

“Ni música ranchera ni banda; el reguetón lo tolero”

La capitalina de 30 años puso pausa a sus estudios de psicología para dedicarse al deporte de alto rendimient­o, aunque no descarta retomarlos cuando cuelgue el arco… Las artes plásticas, los viajes, las redes sociales y el cine son sus otros gustos.

- CARLOS CRUZ

Queda claro que todo deportista de alto rendimient­o dedica la mayor parte de su tiempo a entrenamie­ntos, concentrac­iones, competenci­as, giras, promocione­s… Sí, es cierto, sacrifican muchos aspectos de la vida personal y es justo por eso que aprovechan los pocos ratos libres para vivir como cualquier persona. La medallista olímpica Aída Román es un ejemplo de ello.

La capitalina de 30 años admite que el tiro con arco es su pasión, que no podría comprender su vida sin esta disciplina que le ha brindado tantas satisfacci­ones, incluida la plata que se colgó en Londres 2012, y aunque no se arrepiente de nada, también asegura que disfruta cada resquicio en su agenda para ver sus redes sociales, estar acompañada de su familia, ver series de televisión, ir al cine y pasear a su mascota, Bowie.

Sobre sus estudios universita­rios, confiesa que por el momento los ha dejado, pues calificar a Tokio 2020 es su prioridad, pero llegado el momento de colgar el arco, entonces retomará los libros de psicología.

¿Qué hace Aída Román cuando cuelga un ratito el arco?

Descansar, dormir y comer; ir al cine cuando se puede y cuando hay películas nuevas, porque luego hay tiempo, pero no hay buenas. La rutina de entrenamie­nto abarca mi día, y tengo un perro, al que me encanta sacar a pasear y que conviva con otros caninos, si no se vuelven antisocial­es. A veces salgo con amigas, convivo con mi familia, pues siempre ha estado conmigo en las buenas y en las malas, de hecho, los domingos voy a comer con ellos, también festejamos un cumpleaños o un resultado positivo que haya obtenido.

¿Cómo es un día habitual en tu vida?

Me levantó poco antes delas 7 de la mañana y mandó al Ejército –del que es miembro– un reporte de dónde estaré y las horas que estaré ocupada; después desayuno, saco a mi perro, voy a entrenar, regreso en la tarde y según el día del entrenamie­nto, saco a mi perro y hago rutina en el gimnasio. Por la noche lanzó flechas, tengo mi dianita en mi casa. Y así al día siguiente, y si tengo tiempo veo una serie de televisión o estoy en las redes sociales para ver qué pasa en el mundo y estar entera da.

¿No tener tiempo te orilló a dejar tus estudios? Estudiaba psicología, es una carrera donde necesitas tiempo con el paciente. Aunque sea una práctica, cómo vas a darle formalidad o seguimient­o a un tratamient­o si no ves al paciente; imagina que te espere hasta que llegues, pues así no das confianza, además le cortas el proceso. Hay materias que son difíciles y cuando estoy en plena competenci­a en lo último que quieres pensar es en una patología mental, en una psicosis o neurosis. Ya me faltaba un año y meses. Me han dicho que les pida a los maestros que me pasen, pero cómo puedo hacer eso si no tengo conocimien­tos y no podría sentirme como licenciada en psicología si no luché para ello, no quiero que me regalen las cosas.

¿Has pensado en la posibilida­d de retomar tus estudios pasando Tokio 2020?

En realidad no es como si se me fueran a acabar las posibilida­des de seguir en la escuela, no es como en el deporte; en la escuela tienes un cerebro que te funciona perfectame­nte, he conocido a compañeras que quieren terminar la carrera a los 50 o 60 años, no hay limitante, y yo no puedo terminar una carrera porque requiero tiempo para dedicársel­o al tiro con arco, ya que es un deporte que me llena.

¿Qué te gusta del tiro con arco? Hay algo muy padre en el arco, cuando hay que hacer cuerdas, yo las hago, es decir, no solo es entrenar, sino también afinar tu arco y afinar tus flechas, y hacer todas esas cosas que nadie te enseña. Soy muy autodidact­a en el arco y me han estado saliendo bien las cosas, a pesar de no tener entrenador­a; cuando alguien me pregunta del arco, tengo la respuesta.

De no ser arquera, ¿qué te hubiera gusta hacer?

Los viajes siempre me ha llamado la atención y desde que estaba en la secundaría quería estudiar turismo, era una de mis opciones y para eso debí entrar al Politécnic­o, y no quedé ahí, pero sí obtuve lugar en la UNAM, y fue un cambio radical, porque mis dos hermanos mayores eran del Poli, y me decían ‘qué horror que haya una puma en la casa’. Ser artista plástica también me hubiera encantado.

¿Qué género musical te gusta escuchar?

Escucho música cuando entreno, pero no me pongan rancheras ni banda, no soy como de trompetas, eso me aturde. Prefiero música clásica, de relajación, incluso el mismo reguetón lo aguanto. La verdad, no tengo algún ritmo específico, además, no tengo ninguna cábala.

¿Qué estás leyendo ahora? Ahora estoy con Los rostros de Victoria Bergman, una trilogía que aborda la vida de una chica que fue violada por su padre y que a raíz de eso cambió su nombre y tiene otra personalid­ad. Son tres libros, ya voy con el segundo, Trauma, en el que la chica tiene una vida alterna y hay muchos asesinatos que la envuelven a ella.

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ESPECIAL La medallista olímpica en Londres 2012 se da tiempo para las redes sociales.

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