Uno de nosotros
Didier Eribon escribe en su libro Reflexiones sobre la cuestión gay: “La injuria no es sino la forma última de un continuum lingüístico que abarca tanto el chisme, la alusión, la insinuación, el comentario malévolo o el rumor como la broma más o menos explícita, más o menos venenosa. Puede leerse u oírse simplemente en la inflexión de la voz, en una mirada divertida u hostil. Todas esas formas atenuadas o desviadas de la injuria constituyen evidentemente el horizonte lingüístico de la hostilidad en la que deben vivir los homosexuales”.
Nosologays.Tambiénnegros,judíosoYalitzaAparicio. Pero,¿quépasacuandolainjuriaesdelospropiosgays?EriboncitaaW.H. Auden,cuandounaduaneroniegaelpasoaHeinz,amigoíntimodelescritor Christopher Isherwood, cuando huían del nazismo. Leemos:
“En cuanto vi a esa rata de ojos brillantes, supe que estábamos perdidos. Ha comprendido toda la situación al instante…, ¡porque también es uno de nosotros!”.
Sí, el aduanero igualmente era gay. Por eso el subrayado. El odio a uno mismo es peor, mucho peor y más triste, que el odio encarnizado de los diferentes, esos, los heterosexuales. Escribe Eribon:
“El odio a uno mismo, la homofobia interiorizada, es sin duda uno de los efectos más fuertes de esta estructura de la relación con el mundo modelada por la preexistencia de la injuria… Podrían darse tantos ejemplos de este odio a homosexuales por parte de homosexuales que es inútil tratar de facilitar aquí la deprimente cita”… de ejemplos.
No me atemoriza el odio de diferentes a los gays. He aprendido a responder ante ellos, con respeto y pensamiento. Me interesa el odio de la comunidad a la que pertenezco. O como escribe Carlos Monsiváis: “No para ser exactamente como todos, sino para ya no ser menos que nadie”. Que te critique la diferencia, vale, se comprende. Son siglos de defensa. Pero que te denueste tu grey, lacera.
No conozco a David Ledesma, ni siquiera sé nada de su vida privada, salvo las fotos que la vileza hizo que se propagarán por redes sociales, denigrándolo. Como si eso tuviera que ver con su desempeño profesional en Conacyt, al que ya “renunció”. Me solidarizo con él y con la conciencia crítica de mi comunidad —la gay—, sin excluir las buenas conciencias heterosexuales. Compadezco a quienes niegan su homofobia interiorizada y aun así continúan agrediendo y agrediéndose sin darse cuenta de males acumulados.
Si Ledesma es buen profesional o no, lo veremos en los años. Pero lo sucedido debiera servir para recordar siempre las palabras de Eribon:
“Al reírse de los demás homosexuales, un homosexual se ríe de sí mismo. Y las personas con quienes se ríe de los ‘maricas’, de las ‘madres’, se reirán de él en cuanto vuelva la espalda”.
Insisto en la necesidad de un colectivo LGBTTTI sólido, unido, compacto contra la injuria, venga de donde de venga. La vida privada no debe ser utilizada como carne de cañón para los que confunden ética por moralismo, incluido los medios de comunicación (o Felipe Calderón en su Twitter). Declararse gay no significa que cualesquiera o nadie pueda pisar nuestros derechos más íntimos. Ojalá aprendamos la lección: Cayó uno de nosotros y eso es lo que importa.
La vida privada no debe ser usada como carne de cañón para los que confunden ética por moralismo