Manuel Baeza
“Extraño los viejos tiempos, pero no para dejar de usar la tecnología”
Ni modo. Me toca escribir en modo abuelito. Y lo digo porque el tema recurrente ayer era la caída a escala mundial de los sitios de Facebook, Instagram y Whatsapp, esas redes sociales y servicio de mensajería virtual.
Modo abuelito porque hoy dependo de internet para todo, sobre todo en el trabajo, pero alcanzo a recordar (¡a mis 54 años!) que empecé en esto del periodismo en 1988, cuando aún se utilizaban las máquinas de escribir para los aspirantes a redactor, y en los diarios ya existían cosas llamadas computadoras que te permitían trabajar en una red incipiente.
En Paréntesis, el desaparecido semanario tapatío, escribíamos a máquina y contratábamos aun acapturist apa raque transcribiera en computadora. Luego llevábamos unfloppy aque convirtieran el texto en tipografía, lo recortábamos, y las columnas resultantes se pegaban con cera encartones para ser llevados al fotolito. En Siglo 21 yateníamoscom puta doras,Mac, por cierto, y unas impresoras de forma continua para recibir los cables de las agencias. El lujo era una computadora con internet (una para todo el diario) que usábamos más por morbo que por sacar información. Los compañeros de foto usaban película en rollo que habría que revelar para sacar negativos, los que se guardaban en sobres con el nombre del evento, del fotógrafo, y la fecha. Un archivero hacía las veces de la hoy invisible nube. Hoy el panorama es distinto. Mi smartphone es suficiente para navegar por internet, usarelWhatsapp para mandar textos, fotos y videos a la redacción. Los correos electrónicos con boletines llegan todo el tiempo, y las juntas virtuales pueden sustituir una engorrosa reunión en la oficina.
Las fotos las toma el mismo periodista que escribe las notas, y todo se sube a una plataforma reservada para que los editores las tomen de allí y armen, lo mismo el sitio web, que el diario impreso. Los videos están a la orden del día, y se pueden editar en el teléfono antes de subirlos a YouTube.
Todo el poder del periodismo, y me refiero a la tecnología, cabe en la palma de la mano. Hoy el periodista es como un hombre orquesta. Bueno, hasta puede ser su propio medio de comunicación.
Pero que no se caiga la red, falle el Whatsapp o se colapsen las redes sociales, porque todo empieza a entrar en caos. Tanto, que hasta se podrían escribir columnas sobre ello. Extraño los viejos tiempos, pero no tanto como para dejar de usar la tecnología. Aunque se caigan Facebook, Whatsapp e Instagram.
Extraño los viejos tiempos, pero no tanto como para dejar de usar la tecnología