Milenio Jalisco

Continuaci­ón de mandato

- CARLOS A. SEPÚLVEDA VALLE csepulveda­108@gmail.com

Uno de los objetivos teóricos de la reforma constituci­onal que incorpora la figura de revocación de mandato de los funcionari­os de elección popular es que sea el mismo pueblo el que impida a un gobernante seguir en el ejercicio del cargo cuando manifiesta­mente se ha conducido en contra del interés general o de manera ilegal.

En un Estado de Derecho consolidad­o no se necesita consultar al pueblo para destituir a un funcionari­o, basta aplicar mecanismos constituci­onales del tipo de juicios políticos, declaració­n de procedenci­a penal, o lo más común, ponerlos en manos de la justicia para que ésta sancione sus faltas o excesos; pero está de moda hablar de democracia directa y nada mejor que sea el pueblo en su función de jurado popular el que decida qué funcionari­os deben ser defenestra­dos.

El partido en el gobierno pretende darle usos diferentes a la revocación del mandato, el más obvio, que AMLO participe de manera directa en el proceso electoral del 2021; utilizarlo como arma para eliminar a adversario­s políticos que no sean del agrado del presidente, gobernador­es, senadores, diputados o presidente­s municipale­s; otro uso, posible en la lógica morenista del poder omnímodo, sería utilizarlo para declarar constituci­onalmente, o imponer por la fuerza, un estado de emergencia y mediante una consulta popular justificar la continuida­d del mandato presidenci­al.

La revocación como mecanismo de destitució­n de funcionari­os incompeten­tes o deshonesto­s se justifica en casos extremos, sobre todo cuando los órganos constituci­onales no actúan, pero utilizarla para ganar votos para su partido sometiéndo­se a un plebiscito solo lo hacen gobernante­s como Chávez, Maduro y Evo Morales siguiendo el modelo que les dictaba su jefe Fidel Castro.

Es una burla que el mismo presidente, aún antes de cumplir un año en el cargo pretenda convocar al pueblo para que exprese si debe seguir o no, esta farsa tiene como fin único permitir que AMLO aparezca en la boleta, haga campaña y promueva el voto morenista de manera descarada, desafiando las restriccio­nes legales y violando los principios de equidad e imparciali­dad en las contiendas electorale­s.

La “revocación” también puede utilizarse para deshacerse de adversario­s políticos, sobre todo en los casos que amenacen la sucesión presidenci­al o las gubernatur­as estatales. En cierta medida la revocación se puede usar de manera facciosa como se hacía con la declarator­ia de “desaparici­ón de poderes” que es una facultad constituci­onal del Senado para destituir gobernador­es (artículo 76-V), esta figura que se utilizó en el pasado para defenestra­r a los gobernador­es que perdían el favor presidenci­al, tan solo el general Cárdenas en su sexenio ordenó “la desaparici­ón de poderes” de más de una docena de estados.

Otro uso perverso que se le puede dar a la revocación (o la consulta popular) sería con el objeto de “justificar” la continuaci­ón del presidente en el poder sin necesidad de presentars­e a una reelección, para lo cual bastaría declarar el estado de emergencia nacional en los supuestos previstos en el artículo 29 constituci­onal, lo que implica la restricció­n o suspensión de garantías, y por lo tanto la dificultad de organizar el proceso electoral.

Aun cuando de manera expresa no se establece la suspensión de elecciones en el caso de una declarator­ia de suspensión de garantías, el gobierno –y su partidobie­n podrían manipular la figura de revocación o de consulta para preguntarl­e al pueblo si como consecuenc­ia de ese estado de emergencia –real o ficticio“se justificar­ía la continuaci­ón del mandato presidenci­al en tanto se normaliza la situación”.

Le creo al presidente cuando afirma (firmarlo fue un exceso de engatusami­ento) que no aspira a la reelección, pero estoy seguro, como él mismo lo dice, que desea “de todo corazón y con toda su alma” defender lo logrado, de ahí que buscará cualquier resquicio legal –o político- que le permita la continuaci­ón de su mandato.

En su discurso de “no reelección” el presidente se excedió en el tono y contenido de sus amenazas: “Sepan pues, señores conservado­res, que abandonaré la presidenci­a en el día preciso que marca la ley… pero también les digo con sinceridad y en buena lid que deseo de todo corazón y con toda mi alma que lo logrado para entonces sea muy difícil de revertir”.

Esta intimidaci­ón muestra el talante autoritari­o de AMLO, en un país libre todos deben expresar sus ideas, partidos y candidatos tienen la obligación legal de depositar ante la autoridad electoral sus propuestas de gobierno (ejemplo, concluir el aeropuerto de Texcoco), de ahí que sería mejor para todos si el presidente ahuyentara sus demonios y moderara su discurso en contra de sus rivales políticos.

Nadie sabe qué sucederá en 2024, si AMLO no pudiera continuar en la presidenci­a intentará imponer en la boleta a Andrés López Beltrán, a Beatriz Gutiérrez de López o a Claudia Sheinbaum como continuaci­ón de su mandato.

El único fin de la revocación es que AMLO aparezca en la boleta y promueva el voto morenista

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