Milenio Jalisco

Colosio: la sospecha invencible

- HÉCTOR AGUILAR CAMÍN hector.aguilarcam­in@milenio.com

El sábado 23 de marzo se cumplieron 25 años del asesinato de Luis Donald o Colosio, candidato presidenci­al del PRI. La novedad informativ­a del aniversari­o es que Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad logró que un juez autorizara la des clasificac­ión del expediente completo de las investigac­iones.

El expediente completo se mantenía en reserva desde que, en el año 2000, el cuarto y último fiscal del caso, Luis Raúl González Pérez, actual presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, rindió su informe final.

La historia de los fiscales es clave para entender la nube de incredulid­ad que aún brota del fondo de la opinión pública apenas se vuelve al tema.

La primera pieza de suspicacia es que el mismo día de los hechos, el entonces procurador de la República, Diego Valadés, declaró a Mario Aburto autor confeso del crimen.

La rapidez del veredicto, en un ambiente cargado de discordia política y sed informativ­a, tuvo el efecto contrario al buscado: no aclaró las dudas, las encendió.

Se instaló ese mismo día la sospecha, invencible hasta hoy, de que un acto así no podía ser la obra de un asesino solitario, sino que debía ser fruto de un complot.

Lo creyeron así desde el primer momento Diana Laura Riojas, la viuda de Colosio, y sus colaborado­res cercanos. Lo creyó su rival político de la hora, Manuel Camacho, consciente, como se dijo entonces, de que la bala que mató a Colosio lo había matado también, políticame­nte, a él. Lo creía el propio presidente Salinas: un complot en contra suya.

Lo creyó la opinión pública. En los días siguientes al asesinato, la prensa difundía cada hora un elemento sospechoso, un ángulo no advertido, una omisión oficial, una hipótesis alternativ­a sobre lo realmente sucedido.

De la sospecha del complot surgió la exigencia de llegar al fondo del asunto y de ésta la necesidad de un fiscal especial para el caso.

A propuesta de Diana Laura Riojas, el 28 de marzo de 1994 fue nombrado fiscal especial el entonces ministro de la Suprema Corte, Miguel Montes, amigo de la familia Colosio.

Empezó entonces la historia fatal de los fiscales del caso.

(Mañana: Los fiscales ).

Aún brota de la opinión pública una nube de incredulid­ad

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