“Abucheómetro”
Durante muchos años en el periodismo mexicano se utilizó el “aplausómetro” como una “herramienta” para mediar qué tantos vítores y aplausos, por supuesto, recibía tal o cual político o funcionario mexicano en un acto público. Y si había más de uno en el acto, entonces el “aplausómetro” servía para decidir quién de los dos recibía más reconocimiento traducido en aplausos y hasta porras.
Y entrecomillo la palabra “herramienta” al referirme al “aplausómetro”, porque en realidad era una simple apreciación de la cantidad, duración y calidad (¿tendría que decir sinceridad?) de las palmas. Si se era riguroso, se contaban los segundos que duraba cada sesión de aplausos, o la cantidad de veces; pero no más.
Hoy el “aplausómetro” parece haber quedado obsoleto y perdido en algún rincón de las redacciones, pues ha sido sustituido por el “abucheómetro”, que es más o menos la misma herramienta, pero ésta ha sido calibrada para medir los chiflidos y abucheos que reciben no los mismos, sino los nuevos funcionarios y políticos al presentarse en un acto público.
Este “abucheómetro” es la novedad en el mercado editorial, pues ahora los asistentes a los actos no aplauden a rabiar como antaño, sino que se esmeran en demeritar al político que no es de su agrado, y para ello hacen escuchar sus sonidos desaprobación de la manera más alta en decibeles posible.
EL PAÍS DE NUNCA JABAZ/25
El “abucheómetro” fue muy celebrado por los seguidores de Andrés Manuel López Obrador en semanas recientes. Cada vez que el presidente de México asistía a una entidad de visita, los periodistas sacaban su “herramienta” y medían lo mal que le iba a los gobernadores, u otros funcionarios no federales, ante el público.
Pero el sábado pasado, para sorpresa de todos, el “abucheómetro” se utilizó mientras el presidente pronunciaba un discurso en la inauguración de un estadio de beisbol, situación más que novedosa, pues los gritos y buúes se usaban siempre contra personas ajenas al gobierno federal. Dicha novedad, entiendo, no agradó a los seguidores de AMLO, quienes buscan mano negra en la rechifla y en los gritos de “fuera” que se lanzaron contra el presidente.
Ahora, como periodista, recomiendo que se tenga siempre a la mano el “abucheómetro”. Parece que se utilizará de manera frecuente.
Ahora ya no aplauden, sino se esmeran en demeritar a políticos con sonidos de desaprobación