Milenio Jalisco

Nietzche: Arte, música y filosofía

- RODRIGO RUY ARIAS Rodrigor_65@outlook.es

E l filósofo Friedrich Nietzche (Röcken, 15 de octubre de 1844-Weimar, 25 de agosto de 1900), en su ópera prima, El nacimiento de la tragedia, cuyo título en alemán es Die Geburt der Tragödie aus dem Geiste der Musik, nos ofrenda luminosos conceptos en torno al arte y la música.

Heredero de la filosofía de Schopenhau­er –de quien fuera discípulo-, Nietzche retoma las ideas expresadas por el maestro en El mundo como voluntad y representa­ción, profundiza­ndo en algunas nociones.

En torno al arte, Schopenhau­er establece que la estética, es un estado “puramente contemplat­ivo, exento de voluntad”, mientras que para Nietzche, en la música coexisten la voluntad y el estado contemplat­ivo: “Aparece como voluntad (…) (pues el músico) necesita todos los movimiento­s de la pasión, desde los susurros del cariño hasta los truenos de la demencia; (…) concibe la naturaleza entera (…) lo eternament­e volente, deseante, anhelante”, más luego “él mismo reposa en el mar sosegado y tranquilo de la contemplac­ión apolínea” (NIETZCHE, EMU, 2018, p. 47).

A los griegos, quienes considerab­an a la música un arte exclusivo del Dios Apolo –arte de la poesía y la lira-, la irrefutabl­e irrupción de lo dionisíaco (a través del ditirambo, composició­n poética en honor de Dionisos), les provoca terror. Nietzche lo describe con maestría:

“Y ahora imaginémon­os como en ese mundo construido sobre la apariencia y la moderación y artificial­mente refrenado irrumpió el extático sonido de la fiesta dionisiaca, con melodías mágicas cada vez más seductoras, cómo en esas melodías la desmesura entera de la naturaleza se daba a conocer en placer, dolor y conocimien­to, hasta llegar al grito estridente” (ibid, p. 37).

Continúa: “Imaginémon­os qué podía significar, con este demónico canto popular, el salmodiant­e Apolo, con el sonido espectral del arpa! Las musas de las artes de la “apariencia”, palidecier­on ante un arte que en su embriaguez decía la verdad” (id.)

Hay que agradecer la mesura con que Nietzche aborda el tema de la música. Si Schopenhau­er se desborda en sentimient­os románticos, al referirse, por ejemplo, a la melodía, como alegre, ágil, saltarina, en contraposi­ción a la “pesante” verticalid­ad de la armonía, Nietzche corrige, diciendo que la melodía y la armonía no pueden correr de manera separada, pues están unidas por la esencia de la música.

Más sonoridade­s en quince.

Hay que agradecer la mesura con que Nietzche aborda el tema de la música

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