Echeverristas, socialistas y el papa León XIII
En una estación de radio muy atendida de Guadalajara, con cobertura y temática eminentemente metropolitanas, en uno de sus programas más reconocidos sobre asuntos políticos, se invita periódicamente a un comentarista con un enfoque de carácter más bien nacional, incluso con las implicaciones que algunos temas tienen en el marco internacional.
Al parecer, no a todos los radioescuchas les convence la idea de que hay temas sociales preocupantes con fuerte repercusión en la vida social de la metrópoli, como es el caso de la seguridad de la población, el combustible vehicular, la carestía de la vida o la matrícula universitaria, que van más allá de la metrópoli; es más: que tienen causas federales y que sólo pueden tener remedio federal.
A algunos radioescuchas les causa también incomodidad que se difunda que un modesto cura de pueblo de Michoacán, llamado José María Morelos, proclamara en 1814, antes de que naciera Carlos Marx, que: “de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto”; y peor: que se vea en ello el antecedente del artículo 123 de la Constitución, aprobado antes de que naciera Luis Echeverría.
Igualmente, no a todo el mundo le hace gracia que al aire se mencione que desde hace 102 años, constituyentes electos de todas las fracciones de entonces, incluso porfiristas como Félix Fulgencio Palavicini, hayan decidido poner precursoramente en el texto constitucional que “la Nación tendrá en todo tiempo el derecho de imponer a la propiedad privada las modalidades que dicte el interés público”.
El mayor descontento de algunos radioescuchas se presentó, al parecer, cuando a insistencia de uno de los oyentes para que el comentarista mencionara posibles logros de “al menos un país de régimen socialista”, él mencionó la reciente declaración de madame Christine Lagarde de que hoy el motor de crecimiento económico mundial es China, bajo la férrea rectoría del Partido Comunista, con crecimiento económico de 10 por ciento en promedio anual (aquí en México tenemos 36 años al 2 por ciento).
También la presidenta del FMI, según citó el comentarista al aire, manifestó su preocupación por la desaceleración que se viene en la economía mundial, ya que China, o sea su Partido Comunista, ha decidido mirar hacia adentro en favor del bienestar de su población de mil 500 millones de personas, reduciendo su crecimiento al 6.9 por ciento (ya quisiéramos aquí la mitad).
Según memoria, con respuesta al citado radioescucha insistente, el comentarista invitado al programa mencionó también el caso de Cuba, regida igualmente por el Partido Comunista. Según la Organización Mundial de la Salud, OMS, Cuba cuenta con 520 médicos por cada 100 mil habitantes; México no pasa de 180 por cada 100mil. En la isla la mortalidad infantil tiene un índice de 3.6 por cada mil niños nacidos vivos; en México no baja de 12.2, más del triple. En Cuba no hay niños desnutridos ni obesos.
Ante tales datos, se recibió en cabina una llamada de algún(a) radioescucha, proponiendo que no se invite a echeverristas, socialistas al programa tan escuchado, porque contagian con sus ideas al público oyente.
Se podría pensar que no es con etiquetas como se puede elevar la calidad del debate sobre las preocupaciones sociales que todos compartimos. Ni menos ante datos duros.
En todo caso, podría resultar ilustrativo que los conductores del reconocido programa radial invitaran a alguien menos sospechoso de subversión y disolución social. Para que cite textualmente algunas afirmaciones del papa León XIII en su reconocida encíclica Rerum Novarun, 1891, sobre las relaciones laborales y la justicia social con visión cristiana.
Aunque el posible nuevo invitado corre el riesgo de ser etiquetado de papista y contagioso.
Como podrán ver los amables lectores, no es encomienda, ni menos propósito de esta zarandeada columna el exponer o defender las tesis doctrinarias centrales de la célebre encíclica (que en el caso de México ya lleva para 2017 la vigésima tercera edición).
Entre las cuales habrá que resaltar el derecho natural a la propiedad privada, entendida como patrimonio familiar y no como capital de lucro (derecho que, por cierto, está expreso en la Constitución de la República de Cuba, recién ratificada).
Pero sí resulta conveniente dejar clara la posición papal sobre un tema central: la supuesta “libre” contratación entre patrono y obrero no lleva implícita la justicia del salario. Cita las Escrituras: “Mirad que el jornal que defraudasteis a los trabajadores clama; y el clamor de ellos suena en los oídos del Señor”.
Afirma: “Bueno es, pues, que examinemos qué parte del remedio que se busca, se ha de exigir al Estado… tal cual lo demanda la recta razón… síguese que debe la autoridad pública tener cuidado conveniente del bienestar y provecho de la clase proletaria”.
La supuesta “libre” contratación entre patrono y obrero no lleva implícita la justicia del salario