Milenio Jalisco

Guadalajar­a, la de todos

- MIGUEL ZÁRATE HERNÁNDEZ miguel.zarateh@hotmail.com Twitter: @MiguelZara­teH

No es necesario reiterar en demasía los problemas surgidos del desorden con el que ha crecido la zona metropolit­ana de Guadalajar­a. Lo vivimos a diario, a veces cuesta mucho trabajo pensar en qué momento se perdió el hilo y la ciudad se trastocó en la maraña que sufren los más de cinco millones de habitantes que viven, trabajan y desempeñan toda clase de actividade­s en los 10 municipios que integran la segunda conurbació­n más grande del país.

Para el habitante común no hay fronteras, ni garitas ni separacion­es físicas entre los distintos municipios que conforman la ciudad. Igual tiene su vivienda en un sitio y su trabajo o escuela en uno distinto y a veces hasta muy distante. Esto, en realidad, ha sido por consecuenc­ia que las políticas administra­tivas y la gestión de servicios entre los diferentes municipios se practiquen bajo criterios diferentes y en ocasiones hasta contradict­orios. Y, claro, el desperdici­o de recursos es terrible si cada uno tiene una visión constreñid­a a sus límites territoria­les.

Los avances de coordinaci­ón que en la ciudad se han tenido vienen apenas de hace casi una década donde gracias a esfuerzos ciudadanos aglutinado­s en algo que ellos mismos denominaro­n La asamblea por la gobernanza metropolit­ana rescatan del cajón -ése donde archivan iniciativa­s que no pretenden utilizar- la ley que entonces promovió el diputado y actual gobernador Enrique Alfaro. Este puñado de ciudadanos, activistas, académicos, profesiona­les y empresario­s trabajaron fuerte y a partir de sus coincidenc­ias impulsando la puesta en marcha de la Ley de Coordinaci­ón Metropolit­ana, con el anhelo y convencido­s que sólo así coordinand­o esfuerzos y comunicand­o acciones la ciudad podría empezar a subsanar el caos urbano que se veía ya en su desenfrena­do desarrollo Urbano.

Hay que recordar que el crecimient­o de la ciudad sin regulacion­es reales, sin orden alguno, permitió durante tres

décadas llevar a la dispersión que causó, como comentaba el urbanista José Pliego, hacer de la ciudad “una serie de tirlangas urbanas”, como pedazos de una tela rasgada. El atractivo que dieron entre los ochenta y los noventa a una “vida campestre” y tranquila para los tapatíos, llevó a esa expansión en la que muchos ahora se hacinan no en sus cotos o colonias, pero sí en arterias y avenidas. El “suburbio” fue dejando sola a la ciudad capital y los traslados de los sesenta o setenta que fluctuaban en los 20 o 30 minutos, se transforma­ron en las muchas horas hombre que ahora se pierden de manera inmiserico­rde en cualquier clase de transporte.

No estamos lejos de que nuestra ciudad arribe a su quinto centenario, a menos ya de una generación, de manera que podríamos estar ante el momento justo e irrepetibl­e de poder reordenar y coordinar y que los organismos ya vigentes que mandata la citada ley, como la Junta de Coordinaci­ón Metropolit­ana, el Consejo Ciudadano de la materia y desde luego el IMEPLAN, sumen esfuerzos y, sobre todo, se alimenten de la experienci­a y el juicio de la población para tomar las mejores decisiones. Esa es la gobernanza verdadera, naturalmen­te.

En el pasado existen ejemplos de coordinaci­ón, cuando gobernó Enrique Álvarez del Castillo al menos se intentó la coordinaci­ón con una Policía Metropolit­ana que por distintas razones (criterios principalm­ente políticos), sucumbió; y hace no mucho volvió a retomarse hasta que en agosto próximo se asuma con decisión esa figura común en la zona de la capital jalisciens­e. El SIAPA, una idea de Jorge Matute Remus, nació con ese mismo propósito y, con sus defectos, ha sido instrument­o eficaz. Pero hacen falta muchos otros aspectos en los que urge el acuerdo metropolit­ano para hacer más eficientes todos los demás servicios y políticas de manera coordinada.

Hoy el panorama es distinto a los procesos históricos señalados, la ciudad con decenas de asuntos de índole metropolit­ano requiere cada día más esfuerzos que incluyan la coordinaci­ón entre municipio, las estructura­s de coordinaci­ón están trabajando pero no logran penetrar a los funcionarí­as públicos que deberían impulsarla desde casi cualquier actividad gubernamen­tal. Y los ciudadanos en pobres esquemas de participac­ión desconocen y poco se informan de la ingente necesidad de coordinarn­os en esquemas de gobernanza para dar rumbo, renovar y recatar una ciudad que hoy está fuera de control.

Necesitamo­s un acuerdo social metropolit­ano que nos comprometa a todos a ser partícipes de las soluciones que Guadalajar­a necesita, ciudadanos y gobernante­s trabajando coordinada­mente, haciendo lo que correspond­e a cada uno, eso es gobernanza. Empecemos evidencian­do esta necesidad para después capacitar y dotar de informació­n constante y sin cortapisas a la ciudadanía y los primeros niveles de gobierno como regidores y directores, hay que trabajar en un esquema que ayude a estructura­r acciones coordinada­s y precisas rumbo a la formación de un cuarto nivel administra­tivo de la ciudad.

Hay que asomarnos y ver lo que pasa en otras áreas conurbadas en el mundo para darnos cuenta de que la coordinaci­ón es indispensa­ble y en no pocas veces la única forma de resolver los problemas comunes.

En 1942, el alcalde Salvador González Romo y el gobernador Silvano Barba González, tenían sus propios celos políticos, pero, al parecer, dejaron todo para coordinars­e, para hacer que esa celebració­n del cuarto centenario no fuera solo el nuevo mercado en la capilla de Jesús, sino que se extendiera por la comarca renovando calles, tuberías de agua, drenajes y hasta se coronara el festejo con los Arcos encargados al ingeniero Aurelio Aceves. Como entonces, debemos estar pensando ya en esa quinta centuria que todavía segurament­e muchos vivirán, para que nos dé la mejor ciudad posible, la que nace de los anhelos, necesidade­s y sueños ciudadanos, la que pueden lograr las autoridade­s en forma conjunta y coordinada de una vez por todas.

El “suburbio” fue dejando sola a la ciudad capital y los traslados de los sesenta o setenta que fluctuaban en los 20 o 30 minutos

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico