Milenio Jalisco

La Contracult­ura convertida en cultura

- ÓSCAR RIVEROLL

Tr as cur rían los le janísimosa­ñ os 80 en la provincial Guadalajar­a, ciudad donde las damas y los ca trines iban perfumados­y las calandrias se mecían al compás de un vals ranchero al atardecer. Yes justo en esta noble tierra tapatía o ch entera donde se fraguó, en lo más recóndito de las entrañas citadinas, un movimiento contracult­ural que se extendió por todo el país por más de diez años.

Para entonces, habían trascurrid­o casi tres lustros del borlote mundial que armó “La revo” con su tema “Nasty sexy se escuchaba a diario esa vieja y roída cantaleta de la ilustrada intelectua­lidad jericayera: “en Gua da la jara nunca pasa nada ”, pero en realidad, es que delas alcantaril­las, de los talleres literarios y de las escuelasde artes surgían entes y personajes, que en franca lucha y contraposi­ción con las jerarquías establecid­as,daban un frescor revitaliza­n te al muy conservado­r movimiento cultural mexicano.

Grupos musicales cómo“El Personal” y“Clips ”( esto fue antes de “Caifanes” y“La maldita ”, cuando en México sólo se escuchaba Yuri y José José,); Pintores de la talla de Benito Z amor a,MarthaPa checo y AlejandroC­ol unga, además de Ricardo Yáñezenl as letras, iban muy a la vanguardia de la contracult­ura nacional, imponiéndo­se incluso, la dura friega de ser oriundos y residentes de esta pueblerina provincia, pues en ese entonces, cómo ahora, fuera de la gran capital todo era Iztapalapa y nada o casi nada podía suceder si no era con el beneplácit­o del “tlatoánico” centro mexicano.

Uno de los valores que tuvo este movimiento, que por cierto fue invisible para muchos tapatios, es que vivió una evolución dialéctica muy positiva y expansiva, ya que en menos de cinco años el virus había cundido por casi todos los extractos sociales. Pues mientras decenas de pandillas barriales formaban colectivos culturales y editaban fanzines independie­ntes y algunos jóvenes de clases más o menos acomodadas se convertían en buenos músicos, cineastas, moneros y escritores, mismos que a la postre ganarían oscares y patrocinar­ían a seleccione­s nacionales de matemática­s, en otras entidades se espantaban aun porque Lucerito se echaba flatulenci­as en cadena nacional.

Pero lo anterior no fue gratis y mucho menos fue un paraíso, y la razón es que todos, y en eso me refiero a ricos y pobres, empíricos e instruidos, tuvimos que luchar en mayor o menor medida contra lo que era políticame­nte correcto en esos entonces y sobretodo, en contra de una sociedad intolerant­e y cerrada. Ya que la mayoría de los eventos organizado­s, las exposicion­es de arte no emprendida­s por el gobierno y cualquier fiesta con música de alternativ­a eran clausurado­s por el ayuntamien­to, y eso cuando nos iba bien, pues muchas veces éramos diluidos por amables policías que nos invitaban a abandonar el lugar a empujones y macanazo limpio.

“Tuvimos que luchar en mayor o menor medida contra lo... políticame­nte correcto”

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