Arbitrariedad de pleonasnos
La Transformación de Cuarta ya domina también los templos del dios Baco. En las cantinas (de arrabal o para “fifís”) pronto habrá letreros que instruyan a los libadores cómo brindar, sea poco o mucho su embrutecimiento. Ahora, cuando choquen las copas deberán decir: ¡Salud… para el bienestar!
El nuevo gobierno ha decidido que todo necesita un cambio. No debe quedar piedra sobre piedra de instituciones y costumbres, porque todas son malas, no funcionan y llevan en el alma la corrupción del “neoliberalismo”. Nada de corregirlas y fortalecerlas, porque nacerán las que engendre Diosmanuel poseyendo a MORENA, que serán puras y salvarán al “pueblo bueno”.
Un ejemplo, entre muchos, es el Seguro Popular (con 18 años de vida y amplio prestigio nacional e internacional) que ha sido modelo para otros países. Pues, con la novedad —nada sorprendente— que el Presidente le dará cristiana sepultura.
Con breve e inapelable sentencia, salida de su divino pecho, lo dio a conocer en una de sus mañaneras, como de costumbre: arrogante y sobradito. Cinco palabras fueron suficientes: “No es seguro ni popular”; ¡y al diablo la institución! Punto.
Todo gobierno responsable ponderaría las opiniones de expertos bien calificados, tomaría en cuenta las advertencias hechas por seis ex secretarios de Salud, confrontándolas con la opinión de otro ex secretario que difiere de ellos. Pero no, nuestro dueño y señor todo lo sabe, todo lo puede, y él tiene “autoridad moral”.
Nadie le ha dicho que si un gobernante no da a conocer cuáles son sus “otros datos” y sus “otras pruebas”, es un embustero de alta peligrosidad.
Hasta hoy solo se tienen dos certezas al respecto:
Una, que también en ese rubro el Presidente concentrará el gasto y las decisiones, para mayor discrecionalidad y opacidad en los servicios de salud pública, que bastante se han degradado en la presente administración. La otra, algo que pinta de cuerpo entero al proclamado “cambio de régimen”: ya no se llamará SEGURO POPULAR, sino “INSTITUTO DE SALUD PARA EL BIENESTAR”.
¡Sí, créame!, como lo está usted leyendo. Pues el sesudo y trascendente cambio de denominación no es más que otra burrada gubernamental, que nada agrega y no respeta ni las reglas básicas de la gramática, ya que contiene un evidente pleonasmo, habida cuenta que toda institución de SALUD es, por definición, PARA EL BIENESTAR.
No obstante, mientras concentremos el poder del gobierno en la persona del Presidente, todo se justifica, aunque vayamos con la demolición de las instituciones.
Sin importar los despidos de médicos y la falta
bienestar!_ de medicinas, para mayor dolor y muerte de los más pobres, mientras escuchemos que el Presidente repite “YO NO SOY UN AMBICIOSO VULGAR”, brindemos embriagados de felicidad, diciendo:
¡Salud… para el