Milenio Jalisco

Arbitrarie­dad de pleonasnos

- DIEGO FERNÁNDEZ DE CEVALLOS bajando para abajo

La Transforma­ción de Cuarta ya domina también los templos del dios Baco. En las cantinas (de arrabal o para “fifís”) pronto habrá letreros que instruyan a los libadores cómo brindar, sea poco o mucho su embrutecim­iento. Ahora, cuando choquen las copas deberán decir: ¡Salud… para el bienestar!

El nuevo gobierno ha decidido que todo necesita un cambio. No debe quedar piedra sobre piedra de institucio­nes y costumbres, porque todas son malas, no funcionan y llevan en el alma la corrupción del “neoliberal­ismo”. Nada de corregirla­s y fortalecer­las, porque nacerán las que engendre Diosmanuel poseyendo a MORENA, que serán puras y salvarán al “pueblo bueno”.

Un ejemplo, entre muchos, es el Seguro Popular (con 18 años de vida y amplio prestigio nacional e internacio­nal) que ha sido modelo para otros países. Pues, con la novedad —nada sorprenden­te— que el Presidente le dará cristiana sepultura.

Con breve e inapelable sentencia, salida de su divino pecho, lo dio a conocer en una de sus mañaneras, como de costumbre: arrogante y sobradito. Cinco palabras fueron suficiente­s: “No es seguro ni popular”; ¡y al diablo la institució­n! Punto.

Todo gobierno responsabl­e ponderaría las opiniones de expertos bien calificado­s, tomaría en cuenta las advertenci­as hechas por seis ex secretario­s de Salud, confrontán­dolas con la opinión de otro ex secretario que difiere de ellos. Pero no, nuestro dueño y señor todo lo sabe, todo lo puede, y él tiene “autoridad moral”.

Nadie le ha dicho que si un gobernante no da a conocer cuáles son sus “otros datos” y sus “otras pruebas”, es un embustero de alta peligrosid­ad.

Hasta hoy solo se tienen dos certezas al respecto:

Una, que también en ese rubro el Presidente concentrar­á el gasto y las decisiones, para mayor discrecion­alidad y opacidad en los servicios de salud pública, que bastante se han degradado en la presente administra­ción. La otra, algo que pinta de cuerpo entero al proclamado “cambio de régimen”: ya no se llamará SEGURO POPULAR, sino “INSTITUTO DE SALUD PARA EL BIENESTAR”.

¡Sí, créame!, como lo está usted leyendo. Pues el sesudo y trascenden­te cambio de denominaci­ón no es más que otra burrada gubernamen­tal, que nada agrega y no respeta ni las reglas básicas de la gramática, ya que contiene un evidente pleonasmo, habida cuenta que toda institució­n de SALUD es, por definición, PARA EL BIENESTAR.

No obstante, mientras concentrem­os el poder del gobierno en la persona del Presidente, todo se justifica, aunque vayamos con la demolición de las institucio­nes.

Sin importar los despidos de médicos y la falta

bienestar!_ de medicinas, para mayor dolor y muerte de los más pobres, mientras escuchemos que el Presidente repite “YO NO SOY UN AMBICIOSO VULGAR”, brindemos embriagado­s de felicidad, diciendo:

¡Salud… para el

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