Pescado zarandeado
Conozco Nayarit, no como la palma de mi mano, pues nadie se pasa la vida viéndose la mano, a menos que sea un verdadero “amanuense”. Lo cierto es que he participado en muchos procesos electorales en ese estado, rico en recursos naturales, cultura y gente amigable, pero también de políticos voraces y sinvergüenzas, al grado de llegar a tener un fiscal que al tiempo que “procuraba justicia” era el jefe de la plaza del crimen organizado y hoy está preso en Nueva York esperando una sentencia del mismo pelo que la del Chapo.
Durante dos décadas, he acompañado a muchos candidatos, de muchos partidos a alcanzar el triunfo electoral en dicho estado; he sido asesor en distintas administraciones estatales y municipales y varias de sus figuras más notables han sido mis alumnos en programas de extensión universitaria o posgrados de la red Ibero-ITESO y del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de Miami y, por supuesto, he probado ahí el mejor pescado zarandeado y disfrutado de su inigualable aguachile y chicharrón de pescado.
Simpatizo con las letras de Amado Nervo, rebautizado por Ya sabes cual primera dama, quien lo convirtió en fortachón.
No creo en el cuento de Juan Escutia, aunque reconozco su valor por el simple hecho de haber participado en la defensa de Chapultepec, sin que necesariamente
se haya tenido que envolver en bandera alguna y mucho menos lanzarse al vacío y, en aras de la patria, partirse la matria.
Vayamos al punto, ahí en la tierra de la salsa Huichol habrá elecciones en 2021, donde actualmente gobierna Antonio Echevarría, quien ganó en 2017, la misma noche en que Anaya quiso minimizar la derrota del PAN en el Estado de México tras empeñarse en postular a una perdedora como Josefina Vázquez Mota, a quien no le bastó con devolver la presidencia de la República, sino que le aseguró su permanencia al PRI en el Estado de México.
Ese día el entonces presidente del PAN presumía sin recato haber ganado dos de los tres estados en disputa, Nayarit y Coahuila, pero no contaba con la astucia de los hermanos Moreira, que en unas horas le dieron la vuelta en éste último, arrebatándole el triunfo al panista Guillermo Anaya, cliente distinguido del moreirato, que lo ha vencido ya en tres ocasiones.
Volviendo a “Toñito”, como le llaman al heredero de quien fuera el primer gobernador emanado de una coalición entre PAN y PRD, además de ser el empresario más exitoso en aquel estado. Toñito ganó, más que por la coalición, que también fue capaz de integrar, por el peso que tienen su nombre y su apellido, sin demeritar su trabajo y la sencillez con la que fue educado.
Pudo haber ganado por el partido que fuera o incluso por la vía independiente, según las encuestas del momento, aunque prefirió asegurar su triunfo de la mano de la coalición después de derrotar en una especie de proceso interno a su tío Polo Domínguez, quien como alcalde de Tepic se perfilaba como favorito, al vencer tres años antes al candidato priísta a alcalde de la capital. Del desenlace de esta historia y de lo que viene en materia electoral por aquellos rumbos, seguiremos hablando en mi próxima entrega, al Son de la Negra y sus ojos de papel volando.