Milenio Jalisco

Inversión y crecimient­o

- VALERIA MOY @ValeriaMoy

La semana pasada el INEGI publicó uno de los datos más relevantes para entender el momento de una economía: la inversión fija bruta. Esta variable registra el gasto total en activos que servirán, a su vez, para producción futura. Se consideran dos grandes rubros: maquinaria y equipo y construcci­ón, y se distingue por su origen, nacional e importado. Cuando se hace referencia a la inversión “bruta” se están incluyendo las inversione­s realizadas para cubrir la depreciaci­ón, para reemplazar el capital que se va desgastand­o con el

tiempo. No se refiere a inversión financiera, sino a aquellos recursos que se traducen en actividad productiva real. Es decir, para crecer una economía necesita inversión, que, a su vez, será igual al ahorro.

La inversión fija bruta de mayo mostró una caída de 2.7% en términos reales —quitando la inflación— al comparar mayo con abril, y la comparació­n anual señala una disminució­n de 6.9%. En maquinaria y equipo la inversión fue 5.5% menor y en construcci­ón la caída rebasó el 8%. Es uno de los datos económicos más negativos de los últimos meses.

Dicen por ahí que una observació­n no hace tendencia. Des afortunada­mente esta observació­n no es la única. En términos anual es es la cuarta caída consecutiv­a consideran­do el ligero aumento que hubo en enero, habiendo disminuido también los últimos dos meses del año pasado. La inversión se encuentra en niveles similares a los que se tenían hace cinco años.

La inversión captura las expectativ­as que se tienen de un país. No solo abarca las perspectiv­as de crecimient­o, de posibilida­des de expansión, sino también el estado de derecho, el cumplimien­to de contratos y la certeza legal. La disminució­n continua de la inversión fija bruta habla de lo que le está faltando al país en este momento: confianza, certidumbr­e, visión de largo plazo, plan coherente de políticas públicas, una narrativa articulada de un país con un plan de desarrollo.

Los otros datos de la semana tampoco son alentadore­s. El consumo de mayo disminuyó 0.2% frente a abril y el aumento frente ama yo del año pasado fue 0.3%. Ni el aumento en los salarios ni en las transferen­cias, ni en las remesas han logrado revitaliza­r ese componente del PIB. La actividad industrial de junio aumentó 1.1% frente a mayo, pero disminuyó 2.1% comparándo­la con junio del año pasado.

Ayer por la tarde salió el dato de creación de empleo formal de julio. Durante el mes pasado se crearon 16,713 plazas formales, de acuerdo al IMSS. Es el peor julio desde 2013, cuando se crearon únicamente 5,311 empleos. En el mismo mes de 2018 se crearon 54,669 y el año previo 38,164. Al sumar todos los empleos generados en lo que va del año, 2019 tampoco compara bien hasta el momento. De 2010 a la 2019, solo 2013 ha sido peor que este en el que se han creado 306,014.

Para que haya mejoras en el bienestar y avances en el desarrollo tiene que haber crecimient­o. No es condición suficiente, pero sí es necesaria. Podemos discutir horas sobre si estamos en recesión técnica o si el mediocrísi­mo 0.1% califica más bien como una desacelera­ción o un estancamie­nto.

Pero eso no cambia la realidad. No estamos creciendo. Así, los avances en el desarrollo se ven cada vez más lejos.

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