Inversión y crecimiento
La semana pasada el INEGI publicó uno de los datos más relevantes para entender el momento de una economía: la inversión fija bruta. Esta variable registra el gasto total en activos que servirán, a su vez, para producción futura. Se consideran dos grandes rubros: maquinaria y equipo y construcción, y se distingue por su origen, nacional e importado. Cuando se hace referencia a la inversión “bruta” se están incluyendo las inversiones realizadas para cubrir la depreciación, para reemplazar el capital que se va desgastando con el
tiempo. No se refiere a inversión financiera, sino a aquellos recursos que se traducen en actividad productiva real. Es decir, para crecer una economía necesita inversión, que, a su vez, será igual al ahorro.
La inversión fija bruta de mayo mostró una caída de 2.7% en términos reales —quitando la inflación— al comparar mayo con abril, y la comparación anual señala una disminución de 6.9%. En maquinaria y equipo la inversión fue 5.5% menor y en construcción la caída rebasó el 8%. Es uno de los datos económicos más negativos de los últimos meses.
Dicen por ahí que una observación no hace tendencia. Des afortunadamente esta observación no es la única. En términos anual es es la cuarta caída consecutiva considerando el ligero aumento que hubo en enero, habiendo disminuido también los últimos dos meses del año pasado. La inversión se encuentra en niveles similares a los que se tenían hace cinco años.
La inversión captura las expectativas que se tienen de un país. No solo abarca las perspectivas de crecimiento, de posibilidades de expansión, sino también el estado de derecho, el cumplimiento de contratos y la certeza legal. La disminución continua de la inversión fija bruta habla de lo que le está faltando al país en este momento: confianza, certidumbre, visión de largo plazo, plan coherente de políticas públicas, una narrativa articulada de un país con un plan de desarrollo.
Los otros datos de la semana tampoco son alentadores. El consumo de mayo disminuyó 0.2% frente a abril y el aumento frente ama yo del año pasado fue 0.3%. Ni el aumento en los salarios ni en las transferencias, ni en las remesas han logrado revitalizar ese componente del PIB. La actividad industrial de junio aumentó 1.1% frente a mayo, pero disminuyó 2.1% comparándola con junio del año pasado.
Ayer por la tarde salió el dato de creación de empleo formal de julio. Durante el mes pasado se crearon 16,713 plazas formales, de acuerdo al IMSS. Es el peor julio desde 2013, cuando se crearon únicamente 5,311 empleos. En el mismo mes de 2018 se crearon 54,669 y el año previo 38,164. Al sumar todos los empleos generados en lo que va del año, 2019 tampoco compara bien hasta el momento. De 2010 a la 2019, solo 2013 ha sido peor que este en el que se han creado 306,014.
Para que haya mejoras en el bienestar y avances en el desarrollo tiene que haber crecimiento. No es condición suficiente, pero sí es necesaria. Podemos discutir horas sobre si estamos en recesión técnica o si el mediocrísimo 0.1% califica más bien como una desaceleración o un estancamiento.
Pero eso no cambia la realidad. No estamos creciendo. Así, los avances en el desarrollo se ven cada vez más lejos.