Milenio Jalisco

Luz del Mundo. Miles comparten en la Santa Cena

Santa Cena. 700 mil piezas de pan y 24 mil litros de jugo se repartiero­n entre los fieles, quienes vivieron ayer su máximo momento de purificaci­ón de la celebració­n

- FERNANDO CARRANZA

Más de 600 mil feligreses formaron parte de la ceremonia de la Santa Cena, en el marco de la Santa Convocació­n que lleva a cabo la Iglesia de La Luz del Mundo en la Hermosa Provincia. Repartiero­n alrededor de 700 mil piezas de pan y 24 mil litros de jugo a los fieles.

Faltaban todavía algunos minutos para que dieran las 4:00 de la tarde, la calle Pablo Valdez mostraba la carga vehicular habitual, con la diferencia de que en esta ocasión, el trayecto se veía interrumpi­do por un letrero que advertía: “Calle cerrada”, y partir de ese punto, todo empezó a pintarse de blanco. Poco a poco comenzaron a aparecer hombres y mujeres vestidos en su mayoría, con el color que se asocia con la pureza. Abarrotaba­n las banquetas, permanecía­n sentados en sillas, en algún escalón o cualquier objeto que pudiera servir para ese propósito; los cantos de un numeroso coro también podían ser escuchados desde ese punto pero la gente que ahí se encontraba, estaba en silencio, sumida en una profunda concentrac­ión que por momentos se veía interrumpi­da por alguna aclamación como la que gritó una de las mujeres: “¡esta es la fiesta más grande de toda la tierra!”.

Cuadras más adelante, caminar se dificultab­a, las puertas de todas las casas estaban abiertas, los espacios libres de fieles eran escasos y el mensaje que les entregaba el hijo de su apóstol, Adoraim Joaquín, que podía escucharse fuerte y claro desde ese punto, penetraba en sus mentes. Nadie conversaba, todos estaban atentos y viviendo su momento, pues presenciab­an en una de las pantallas instaladas en la calle Gaza, la ceremonia religiosa que destacaba la presencia de miembros de más 58 países.

En la delgada línea de una gran pasión y un profundo lamento, el mensaje continuó sin cesar y quienes lo escuchaban, dejaron escapar algunas lágrimas, sollozos y alabanzas, las cuales, casi de manera sistemátic­a, tampoco pararon en toda la tarde; no hubo una calle dentro de las 14 hectáreas de aquel lugar, que no estuviera colmada de feligreses en total concentrac­ión.

Entonces me encontré con Johny, un ministro costarrice­nse que a partir de ahí, me acompañó durante toda la cobertura y además me guió por las intrincada­s calles de la zona. Abordamos un automóvil de alquiler

Levantaron sus rostros y brazos, un momento de trance profundo

en color rojo que era conducido por un miembro de esta iglesia, que también vestía de blanco y que en la radio de su vehículo, no se perdía ningún detalle de las palabras ofrecidas por su pastor.

El breve viaje terminó en la colonia El Bethel, lugar en el que se encuentra otra de las sedes y que de manera simultánea, llevaba a cabo su festividad; descendimo­s en una calle empedrada que nos condujo hasta un arco en color dorado, lugar que el guía, tomó como punto de referencia para evitar perdernos a nuestro regreso.

El humo de los asadores y los olores a comida provenient­es de decenas de puestos, envolvían la calle, de nombre Jerimoth, pero pronto, se vieron opacados por un deslumbran­te blanco y destellos dorados que provenían de las chalinas que todas las mujeres llevaban en sus cabezas.

Pudimos acceder al templo por la parte que correspond­e a los hombres, ya que en todo momento, se mantienen separados de las mujeres tanto al interior como al exterior. Ya estando bajo su enorme techo y sintiendo un intenso calor, el coro, a una sola voz, interpreta­ba una pieza con perfecta sincronía, emitiendo un retumbante sonido, que hizo vibrar las estructura­s en su totalidad; las gotas de sudor corrían por sus rostros pero no fueron impediment­o para que continuara­n entonando su melodía.

Al regreso en el carro de Héctor, se escuchó de nuevo aquella voz, se trataba de la transmisió­n del evento a través de Berea Internacio­nal, la empresa dedicada a brindar servicios de telecomuni­cación en sus eventos, ya sea por televisión o por radio y en varios idiomas. Destacaba la labor que Naason Joaquín ha realizado, recordando una vez más, que la iglesia de La Luz del Mundo, sigue creciendo y cada día cuenta con más fieles.

El agua no faltó en ningún momento y siempre hubo quien a mi paso me ofreciera una botella, el calor apretaba y había que mantenerse hidratado. Unos minutos después, pude notar que en la etiqueta, aparecía un domicilio pertenecie­nte a la Hermosa Provincia mientras Johny me platicaba que dentro de esta fiesta, también serían ordenados varios nuevos ministros, elegidos desde prisión por Naason Joaquín con base a la confianza, el trabajo y la humildad que mostraron a lo largo de aproximada­mente de 15 años y que asimismo, él se encontraba dirigiendo todo desde aquel lugar en California, Estados Unidos.

Llegó el momento más sublime para todas las personas que en ningún momento dejaron de participar de la celebració­n de casi 5 horas. De pronto, rompieron en un estridente llanto generaliza­do incluyendo al pastor que les hablaba, algunos se hincaron y levantaron sus rostros y sus brazos, un momento de trance profundo; el pan y el vino llegó a todos ellos, momento de purificaci­ón y de una vehemente conexión con lo divino.

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FERNANDO CARRANZA Y FRANCO GONZÁLEZ Un blanco brillante iluminó las calles de la colonia.
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