¡Fúchila!
H ace muchos años, cuando vi películas como Los Perros de la Guerra o Los Gansos Salvajes, me impresionaba la que yo suponía inusual existencia de mercenarios dispuestos a ir a luchar a lugares lejanos (todos en África), a cambio de dinero. Eran los personajes todos exmilitares que no encajaban en la vida civil, y cuya existencia aburrida sólo podía paliarse trabajando como soldado de fortuna.
Hoy, cuando veo los videos del enfrentamiento armado en Tepalcatepec de hace un par de semanas, me doy cuenta que el dicho de que la realidad supera a la ficción es cierto. Al igual que lo visto en esa películas de los 70 y principios de los años 80, hay hombres armados dispuestos a jugarse la vida a cambio de dinero y poder. Son todos ellos elementos de ejércitos privados que ahora están al servicio de grupos de criminales, pero que seguramente podrían cambiar de bando al escuchar el crujido de muchos billetes.
Porque no crea usted que me refiero a unos aventureros armados con un par de pistolas, y haciéndole a la bravata. No. Estoy pensando en jóvenes armados con ametralladoras de alto calibre con cintas de balas, hombres con lanzagranadas, menores de edad con rifles AK-47, e incluso mujeres con subametralladoras de asalto.
Y no son uno o dos. En los videos que circulan en redes sociales se ve que dichos ejércitos privados se movilizan en camionetas de lujo, esas que se roban en las ciudad y terminan en poder de los criminales. Total, si el vehículo se daña, o queda inservible a punta de balazos, pues simplemente se abandona y ya.
La única diferencia entre estos sicarios de hoy, y los que aparecían en las películas referidas, es que los filmados en Technicolor, al final de la cinta mostraban gestos de humanidad que les impedían cometer atrocidades, y terminaban rebelándose contra quienes buscaban simplemente el poder
La crueldad es extrema y se puede ver en las redes sociales
por el poder.
Hoy la crueldad es extrema y se puede ver en las redes sociales. En los videos, hombres y mujeres son asesinados a sangre fría y de manera cruel. Los enfrentamientos a balazos son musicalizados a ritmo de corridos, y la muerte siempre se hace presente.
Y contra ellos es imposible decir: ¡Fúchila...!