Nadie se salva
En el show que armó ESPN la noche del pasado jueves, Víctor Garcés afirmó que el Cruz Azul, durante la breve gestión de Ricardo Peláez se gastó 80 millones de dólares en refuerzos.
Esos 80 millones de dólares son una suma casi escandalosa para cualquier equipo profesional de la Liga BBVA. Es más, solo los top 5 de cada Liga europea de primer nivel, terminan gastándose ese dinero o más.
Y resulta que con ese dinero no pudieron traer jugadores que le dieran al Cruz Azul el tan ansiado título de Liga. O no hasta ahora.
Peláez solo pudo abordar el tema de los 80 millones de dólares desde la posición de que él no había participado en negociación con promotor alguno, dejando claro que quienes habían realizado las gestiones financieras no pertenecían a su oficina.
No es un asunto menor pues habitualmente en el futbol mexicano, directivos y promotores inflan las sumas de los traspasos para llevarse jugosas tajadas por debajo de la mesa.
La discusión planteada en este rubro apenas se asoma… Si se entendió bien, Peláez proporcionaba al dueño o a los dueños del Cruz Azul una lista de posibles refuerzos en cada posición y esos otros directivos son los que decidían a quién podían contratar.
La realidad es que quitando al argentino Iván Marcone (vendido después de un torneo corto al Boca Juniors), ninguno de los refuerzos que llegaron en la gestión de Peláez marcaron diferencias. Podría decirse que el veterano defensor central paraguayo Pablo Aguilar o el jovencito mexicano Roberto Alvarado (por quien ahora sabemos el Cruz Azul pretende recibir más de 20 millones de dólares cuando costó 3 o 4), se han destacado, pero de forma irregular.
Todos los demás refuerzos caros han decepcionado… ¿Quién se hace responsable de ello?
Aquí, diciéndose todos los que le han entrado al debate interior del equipo muy cruzazulinos, deberían hacerse responsables… Los que se fueron y los que están de regreso.
Quitando a Marcone, ningún refuerzo que llegó en la gestión de Peláez marcó diferencia