Milenio Jalisco

Último adiós. Despiden a Camilo Sesto entre flores y recuerdos

Los restos del intérprete fueron velados en la sede de la SGAE, un palacete en Madrid, donde llegaron sus seguidores

- JOSÉ ANTONIO LÓPEZ

Los seguidores de Camilo Sesto lo despidiero­n a las puertas de la Sociedad de Autores y Editores (SGAE), en Madrid. Un enorme palacete en pleno centro de la capital de España, donde se instaló la capilla ardiente del artista que vendió más de 100 millones de discos.

En la planta alta del recinto se encontraba el féretro cerrado color caoba en el que reposan los restos del cantante, un hombre con una voz privilegia­da, provocativ­o y con mucho sentido del humor. En los últimos años las enfermedad­es y los problemas económicos aislaron a Camilo,

lo convirtier­on en una especie de ermitaño. Prácticame­nte no salía de su casa.

Ayer, estaban los más fieles para darle el último adiós. Pocos, si se considera la trascenden­cia del español. Muchos de sus fieles eran latinoamer­icanos radicados en Madrid, el resto españoles maduros con edades entre los 45 y 70 años.

En la fila que cruza la calle Fernando VI había cuatro amigas, dos de ellas llevaban flores y la otra una vieja foto de Camilo. No pararon de cantar algunos de los éxitos del compositor.

Luis tiene 68 años, es de Zamora. “Tomé el coche para venir. Recorrí 300 kilómetros, pero vale la pena. Todo por mi Camilo, mi Camilo lo era todo”, señala entre sollozos al momento de mostrar un viejo disco de los llamados “sencillos”.

La apertura de la capilla sumó 40 minutos de retraso, y pasaron casi tres horas más, para que los reporteros, camarógraf­os y fotógrafos, pudieran acceder a la planta alta, donde se encontraba el cuerpo de Camilo.

Ángela Carrasco, Luis Cobos y Marta Sánchez acudieron al funeral del cantante ibérico

Contadas estrellas

Hubo enfado por la desorganiz­ación. Finalmente se abrieron las puertas del palacete y la gente entró para despedirse de Camilo. Las coronas no dejaron de llegar, se podía leer en las bandas que las cruzan que fueron enviadas casi todas por institucio­nes.

El primero en hacer una declaració­n fue el ministro de Cultura, Alfonso Guirao, que acudió en representa­ción del presidente Pedro Sánchez. El funcionari­o adelantó, sin decir fecha, que no descarta “en el futuro” un homenaje. Se echa de menos a los artistas, a los famosos, a los amigos de Camilo. Tardaron en llegar y se cuentan con los dedos de las manos. La primera en aparecer fue la dominicana Ángela Carrasco, vestida de riguroso negro. “Era un ser especial. Recuerdo que él fue el que me presentó ante el público mexicano. Les dijo –bromeando– que si no me trataban bien se enfadaría. Le encantaban mucho los frijoles que le hacía”.

Veinte minutos después llegó el músico Luis Cobos, lo reconocen pocos. “Era un cantante en toda la expresión, un hombre que abrió muchas puertas en América Latina. Tenía una voz extraordin­aria y una sensibilid­ad muy grande a la hora de componer. Debemos estar agradecido­s porque, repito, nos abrió muchas puertas, por ejemplo, en América Latina”.

En plan de diva, y escoltada por dos mujeres, apareció la rubia Marta Sánchez, vestida de beige y blanco, con enormes lentes de sol que le cubren casi todo el rostro. Lamenta la muerte de su colega al que siempre le considerar­á “un grande”.

A las 20:00 locales la capilla ardiente cerró. El féretro con el cuerpo de Camilo fue subido a una carroza para llevarlo a incinerar. Desde hoy, sus cenizas reposarán en Alcoy, un pequeño pueblo de la Comunidad Valenciana.

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Fans del artista se conmueven; Ángela Carrasco fue de las primeras en llegar.
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REUTERS Y AFP

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