Milenio Jalisco

Mormones despiden a sus muertos, pero “la furia no se acaba”

- JOSÉ ANTONIO BELMONT

Tres días después de la matanza de integrante­s de la familia LeBarón en Bavispe, la comunidad mormona en Sonora comenzó a enterrar a sus muertos.

Ayer, en el rancho La Mora — donde habitan las familias LeBarón, Langford y Miller— recordaron, lloraron y se despidiero­n de seis de los nueve ejecutados por el crimen organizado.

Pero solo los cuerpos de Dawna Ray Langford y sus hijos Trevor Harvey y Rogan Jay, de 11 y 2 años de edad, fueron sepultados. Los de Rohonita María y sus gemelos Taitus y Tiana, de ocho meses, serán trasladado­s hoy a la colonia LeBarón, en el municipio de Galeana, Chihuahua, para darles el último adiós.

Antes del sepelio, la familia organizó un funeral para que la comunidad del rancho y centenas másproveni­entesdetod­oelpaísy Estados Unidos pudieran despedirse de la mujer de 43 años y del par de menores.

En el jardín de su residencia colocaron una pequeña carpa y decenas de sillas. Varios arreglos florales colmaron el lugar y antes de iniciar la ceremonia la familia más cercana sacó de la casa los tres ataúdes de madera que un día antes ellos mismos elaboraron.

Cargaron los féretros hasta los arreglos florales y apenas los colocaron sobre pequeñas mesas de madera, la comunidad se acercó para despedirse y eventualme­ntecolocar­enelataúdf­otografías de Dawna y sus hijos.

Entonces empezó la ceremonia y para conmemorar a sus víctimas, una veintena de oradores contó anécdotas sobre ellos durante más de dos horas.

Algunos incluso sacaron celulares y leyeron mensajes y mostraron fotografía­s de la mujer y los niños que el crimen organizado asesinó.

Los recuerdos provocaron las lágrimas dela mayor parte de esta comunidad mormona, aunque también algunas sonrisas, las menos.

Pero cuando llegó el turno de David Langford, esposo y padre de las víctimas, el discurso se endureció: “Este tipo de atrocidad no tiene lugar en una comunidad civilizada... Una de las cosas más preciadas de nuestras vidas es la seguridad de nuestras familias... ya no me siento seguro aquí”, exclamóeni­nglés,comofuedur­ante toda la ceremonia.

Entre sollozos, el viudo siguió dirigiéndo­se a través del micrófono a esta comunidad originaria de Estados Unidos asentada en México, pero ya no pudo más: se acercó a sus hijos y todos se hincaron, se abrazaron y lloraron mientras comenzó una música que solo hizo más emotiva la imagen.

Era momento de levantar los tres ataúdes y los cargaron hasta

La gobernador­a de Sonora, Claudia Pavlovich, acudió al servicio funerario y ofreció hacer justicia

las cajas de las camionetas que los trasladaro­n al panteón que hay en el rancho.

Los familiares se subieron todo el trayecto. Alguno se fueron abrazados y no pudieron contener el llanto. El resto de la comunidad caminó para el sepelio.

“Qué bueno que ya podemos enterrarlo­s, pero la furia, el dolor y el sentido de impotencia no se acaban”,exclamóLen­zoWidmar, familiar de las víctimas.

Al funeral acudió la gobernador­a de Sonora, Claudia Pavlovich, quien dio el pésame a los familiares y se reunió por más de una hora con los líderes de esta comunidad.

“Despuésdeu­napérdidac­omo ésta,elmejorapo­yoquelespu­edo brindar es que se haga justicia dada la brutalidad de este crimen y la cobardía de estos monstruos”, exclamó antes de retirarse.

A pesar del ofrecimien­to, las secuelasde­lamasacrec­ontinúan para esta comunidad mormona, cuyos integrante­s ya no piensan permanecer en México.

Por la tarde fue el turno para honraraRoh­onitaMaría­ysusgemelo­s, aunque en su caso la ceremonia se limitó a evocarlos porque mañana decenas de LeBarón cruzarán la sierra de Sonora para llegar a su colonia en Chihuahua y sepultarlo­s...

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