Un juicio en defensa de la democracia
El juicio político contra Donald Trump finalmente tiene fecha. A partir del próximo martes el mandatario será juzgado por los cargos de abuso de poder y de obstrucción del Congreso en un proceso que podría tomar de tres a cuatro semanas y en el que se espera que la mayoría republicana en el Senado lo absuelva.
Los republicanos se han negado a citar testigos clave como el ex asesor de seguridad nacional del presidente Trump, John Bolton, o a recibir evidencia adicional que les permita desempeñar cabalmente el papel de jurado y, en vez de eso, han anunciado públicamente que seguirán la estrategia legal de la Casa Blanca. Así de claro.
La destitución del presidente requiere de una supermayoría, es decir, de dos terceras partes de los 100 senadores, entre los que actualmente existen 53 republicanos y 47 demócratas. La aritmética no está ahí para quienes se aferran a la posibilidad de que Donald Trump se despida del cargo por esta vía. Para quienes confían en las pruebas documentales y testimoniales que se han presentado y que siguen dándose a conocer. Pruebas que revelan cómo el presidente, su primer círculo y medios alineados a su movimiento operaron ilegalmente para interferir en el proceso electoral de 2020 y para beneficiar al mandatario.
El juicio inicia formalmente este jueves con la recepción de los artículos de impeachment en el Senado y con el arranque de las deliberaciones sobre las reglas que deberán seguir los legisladores.
El presidente de la Corte Suprema, el ministro John Roberts acudirá esta tarde al congreso para encabezar todo este proceso.
El juicio político llega en la cresta de una ola de acontecimientos que han transformado la vida política y la sociedad estadunidense durante la última década. La elección del primer afroamericano a la presidencia, la peor recesión económica en casi un siglo, el auge de los medios sociales y la desinformación, el tribalismo de los partidos y el resurgimiento de un etnonacionalismo que catapultó a Trump a la Presidencia. Todo esto sugiere que lo que está en juicio es mucho más que la presidencia de Donald Trump. Lo que en realidad se delibera en el pleno del Senado es el futuro de la democracia estadunidense.
Lo que se delibera en el Senado es el futuro de la democracia de EU