Milenio Jalisco

La lotería delegacion­al

- MANUEL BAEZA twitter: @baezamanue­l

Toda una sorpresa resultó para quien esto escribe el método de selección de delegados del Instituto Mexicano del Seguro Social. Se trató de un sorteo (con urna y niños gritones incluidos), donde se sacaron nombres de las personas que, previo examen y revisión de méritos, fueron destinados a cada una de las delegacion­es del instituto en todo el país. En el caso de Jalisco, la encargada de la “Oficina de Representa­ción” (así llaman ahora a los delegados del IMSS) resultó ser la maestra en Enfermería Edith Bermúdez Alonzo.

Mi primera impresión cuando me enteré del sorteo, fue que era un método frívolo. Sin embargo, al enterarme un poco más a fondo del sistema para decidir, no me pareció tan descabella­do.

Resulta que todos los aspirantes a convertirs­e en delegados tuvieron que demostrar su capacidad técnica y administra­tiva, además de entrevista­s y un examen para saber si contaban con lo solicitado para el cargo. Luego, entre los aspirantes que cumplieron los requisitos, se hizo un sorteo para decidir a qué estado del país se irían a trabajar.

La novedad se antoja interesant­e. Por supuesto que falta ver el resultado del trabajo de las mujeres y hombres selecciona­dos, pero de entrada se rompe una tradición que aparenteme­nte no siempre resultó buena: que los delegados fueran colocados a sugerencia o, en el mejor de los casos, en acuerdo con los gobernador­es.

Porque para nadie era un secreto que por décadas los delegados federales llegaban a su cargo palomeados por el gobierno estatal. El argumento era que dichos funcionari­os conocían el estado, y que tenían vínculos de comunicaci­ón con las autoridade­s. Eran de casa y de confianza, pues.

En principio nombrar delegados de la manera tradiciona­l resultaba lógico. Con ello se evitaba que alguien de fuera llegara a trabajar sin conocer bien la entidad. Incluso en muchos casos el funcionari­o era alguien surgido de las filas de la dependenci­a que representa­ría. Pero también había un factor a revisar: la cercanía (poca o mucha) de delegados con los gobernador­es abría la puerta a cierta laxitud en el trato, y que el funcionari­o trabajara como una especie de doble agente.

La 4T trajo un cambio en el tema. Ojalá sea positivo.

Se rompe una tradición que no siempre resultó buena

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