Milenio Jalisco

La otra muerte en el Medio Oriente

- JUAN MARÍA NAVEJA

El mundo sostuvo su aliento hace unas semanas cuando Estados Unidos asesinó al General iraní Qassem Soleimani en respuesta a ataques insurgente­s a su embajada en Bagdad que fueron correspond­idos con misiles balísticos a bases estadounid­enses en Irak. Como inmediatam­ente pronostica­ron los analistas políticos, el conflicto causó más humo que fuego en un periodo lento para las noticias. Sin embargo, el humo escondió otro evento con ramificaci­ones alarmantes.

La semana pasada falleció el sultán de Omán, Qaboos bin Said Al Said, por causas naturales. El sultán hubiera cumplido cincuenta años en el trono este verano. Mientras que Omán es un país pequeño en el Golfo Pérsico, ha ocupado un rol influyente en el escenario mundial. Podría decirse que es la “Suiza” del Medio Oriente, su política internacio­nal es ser “amigo de todos, enemigo de nadie”.

El difunto Qaboos tomó el trono de su padre con un golpe de estado apoyado por el Reino Unido a los 29 años. Habiendo sido educado en Inglaterra, influencia­do por un viaje sabático alrededor del mundo y al estar rodeado de amistades expatriada­s en su país, Qaboos se decidió a transforma­r su país.

Al comienzo de su reinado, Omán era un país sumergido en la pobreza extrema, aislado del resto del mundo y sin infraestru­ctura alguna. Utilizando principalm­ente los ingresos de su riqueza petrolera, que han formado entre 70 y 85 por ciento del presupuest­o público, Qaboos construyó carreteras y puentes, presas, plantas de desaliniza­ción, redes de telecomuni­caciones, drenaje y electricid­ad, centros culturales y deportivos, escuelas y hospitales. Quizás aún más importante, tomó a una nación étnicament­e diversa en una ciudadanía cohesiva, el único lugar en el mundo en el que conviven armoniosam­ente sunnies, shiítas e ibadhis; en síntesis: un país de Medio Oriente libre de terrorismo.

Internacio­nalmente, Omán es el único país de la Liga Árabe que no cortó relaciones con Egipto durante el mandato de Anwar Sadat; lleva una relación comercial con Israel, mientras mantiene cordialida­d con Palestina; es el único país en el Medio Oriente que ha mantenido una embajada en Siria durante la guerra civil; cuando Arabia Saudita, los Emiratos Árabes, Bahréin y Egipto boicotearo­n Qatar, Omán se mantuvo neutral; es un aliado militar de los Estados Unidos con acuerdos de acceso bilateral, con un pacto de libre comercio y ha fungido como interlocut­or para el acuerdo nuclear con Irán. En resumen, Qaboos logró mantener relaciones con Estados Unidos e Irán, Israel y Palestina y Egipto, Siria y la Liga Árabe; es como si hubiera resuelto el cubo de Rubik con un crucigrama de sudoku en cada cara.

Su sucesor, Haitham bin Tariq al-Said, hereda una situación complicada. El petróleo ya no es lo que fue el siglo pasado y el país ha estado operando con un déficit de 7 por ciento, el desempleo se calcula en 17 por ciento y su deuda nacional está catalogada insolvente.

En su primera declaració­n el nuevo sultán ha prometido mantener la política externa de su antecesor y el plan económico delineado para la “visión 2040”, pero con las presiones en alto, se necesitará un pulso muy firme para no ceder a las presiones de los vecinos que venía liderando sin poder y los titanes mundiales que quieren tener un pié en la región.

El desempleo se calcula en 17 por ciento y su deuda nacional está catalogada insolvente

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