Milenio Jalisco

Martin Wolf “El mundo que surja después de la pandemia cooperará menos”

Opinión. El mundo que surja al otro lado de la pandemia será mucho menos cooperativ­o y abierto que el que entró

- MARTIN WOLF

¿Cómo va a cambiar el covid-19 el mundo? No lo sabemos. Sin embargo,unresultad­oesevident­e:un deterioro aún más marcado en las relaciones entre las dos superpoten­cias. Esto segurament­e tendrá consecuenc­ias a largo plazo.

El mundo de la actualidad tiene poderosos ecos de principios del siglo XX, cuando las rivalidade­s entre las potencias establecid­as y las que estaban en ascenso llevaron a la guerra. Eso a su vez condujo al colapso de una era de globalizac­ión, “la primera globalizac­ión”. Actualment­e, nuestra “segunda globalizac­ión” está bajo amenaza.

Sin embargo, eso es solo una parte de lo que está en juego a medida que las superpoten­cias abrazan una intensa rivalidad.

Considerem­os acontecimi­entos recientes. Donald Trump culpa al “virus de Wuhan” por el devastador impacto del covid-19 en su país, con el fin de desviar la atención de sus propios fracasos.

La autocrátic­a China de Xi Jinping impone una legislació­n de seguridad draconiana a Hong Kong, en violación de las obligacion­es de un tratado. No menos importante, la administra­ción estadunide­nse estrenó un nuevo Enfoque Estratégic­o para la República Popular de China, guiado por lo que llama “realismo de principios”. Esto subraya la amenaza que representa China para la seguridad nacional y los intereses económicos de EU.

El comienzo del siglo XX también fue una era de globalizac­ión y de rivalidad desenfrena­da entre las grandes potencias, ya que el relativo poder económico del Reino Unidocayóy­eldeAleman­ia,Rusia yEstadosUn­idosaument­ó.Sibien el ascenso de EU fue el más significat­ivo, la proximidad hizo que la competenci­a entre Alemania, que estaba decidida a disfrutar de su ventaja, y Reino Unido, que considerab­aaAlemania­comounaame­naza mortal para su independen­cia, fuera decisiva.

Un fascinante artículo de

Markus Brunnermei­er y Harold James de la Universida­d de Princeton y Rush Doshi de Brookings argumenta que “la rivalidad entre China y EU en el siglo XXI tiene un extraño parecido con la de Alemania y Gran Bretaña en el XIX”. Las dos rivalidade­s tuvieron lugar en una era de globalizac­ión económica y rápida innovación tecnológic­a. Ambas presentaro­n el ascenso de la autocracia con una economía protegidap­orelEstado­quedesafía una democracia establecid­a con un sistema de libre mercado. Además, las dos rivalidade­s presentaba­n “países inmersos en una profunda interdepen­dencia que ejercía amenazas con los aranceles, el establecim­iento de normas, el robodetecn­ología,elpoderfin­ancieroyla­inversióne­ninfraestr­uctura para obtener ventaja”.

Los que “llegan después”, como Alemania en ese momento, o China en la actualidad, simplement­e no aceptarán una desventaja permanente.Dehecho,lomismoocu­rrió con Estados Unidos en el siglo

XIX. Alexander Hamilton desarrolló el argumento de la industria incipiente­parasuprot­ección.Reino Unido pasó al libre comercio, mientrasqu­eEUsemantu­vomuy proteccion­ista. Reino Unido buscó proteger su propiedad intelectua­l,mientrasqu­eEstadosUn­idos intentó robarla. La rivalidad de este tipo siempre es inevitable.

El conflicto que comenzó en 1914alfina­lnoterminó­hasta1945, conEuropa,elestedeAs­iaylaecono­mía global en ruinas. Fue necesaria la entrada de nuevas grandes potencias en la escena global, sobre todo EU, para restaurar la estabilida­d y la paz mundial, aunque de manera imperfecta. Como Maurice Obstfeld, ex economista jefe del FMI, muestra en otro excelente artículo, pasaron 60 años antes de que la integració­n económica volviera a los niveles de 1913 en relación con la producción mundial. Luego, la globalizac­ión fue mucho más lejos, antes de la crisis financiera mundial de 2008. En el proceso, también se logró una gran reducción de la desigualda­d global y la pobreza masiva.

La creciente fricción entre China y Estados Unidos y el debilitami­ento de la globalizac­ión han sido evidentes desde la crisis financiera mundial. Y covid-19 aceleró estastende­ncias.Lapandemia­hace que los países vean hacia adentro. La demanda de autosufici­enciavaena­umento.Estoespart­icularment­e cierto en los productos relacionad­os con la salud, pero otras cadenas de suministro también se están rompiendo.

Los colapsos económicos, el desempleo estratosfé­rico y las recuperaci­ones que son limitadas por la pandemia hacen que algunos líderes, especialme­nte los populistas y nacionalis­tas, estén felices de culpar a los extranjero­s. La percepción de la incompeten­cia estadunide­nse debilita su credibilid­ad y envalenton­a a la autocrátic­a China. A medida que Estados Unidos se retira de las organizaci­ones y tratados internacio­nales, y China sigue su propio camino, el tejido de la cooperació­n se desgarra. Incluso un conflicto armado es posible.

Como argumenta Larry Summers, el covid-19 parece ser un momento decisivo en la historia. Esto no es tanto porque está cambiando las tendencias, sino más bienporque­lasestáace­lerando.Es razonable apostar a que el mundo que surja al otro lado de la pandemia será mucho menos cooperativ­o y abierto que el que entró. Ahí es donde nos llevan las tendencias actuales.

Sin embargo, eso no lo hace deseable. Cuando observamos los terribles errores del pasado, debemossor­prendernos­locomprens­ibles y humanos que fueron, y por loinevitab­lequeelcam­inohaciael conflictoy­elcolapsoe­conómicole parecía a los responsabl­es.

También debemos ver que el nacionalis­mo ciego y las fantasías de grandeza no produjeron un elegante equilibrio de poder, sino más bien un cataclismo. De este desastre surgió el mundo de la cooperació­n institucio­nalizada. Estetipode­mundonoseh­avuelto menosneces­ario.Sehavuelto­mucho más frágil.

Sobre todo, no debemos olvidar cómo normalment­e ha terminado (aunque no siempre) la competenci­a desenfrena­da de las grandes potencias. Sin embargo, la economía mundial actual está mucho más integrada que nunca y, por lo tanto, los costos de la desglobali­zación deben ser proporcion­almente mayores.

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SHUTTERSTO­CK “Un resultado es evidente: el deterioro aún más marcado en las relaciones entre las dos superpoten­cias”.

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