Milenio Jalisco

Noticias del infierno

Estremece conocer detalles de lo que está viviendo el personal médico y de laboratori­o.

- cmarin@milenio.com CARLOS MARÍN

Los químicos también merecen reconocimi­ento, me hace ver el microbiólo­go Luis Esteban Toca: “Su texto sobre los reconocimi­entos Hidalgo tiene una Gran Omisión con mayúsculas: la de los químicos que trabajan en el laboratori­o, que obtienen muestras, las procesan y entregan los resultados. El laboratori­o representa 5 por ciento del costo en un hospital, pero 95 por ciento de las decisiones para los tratamient­os. Así de importante es su trabajo. Ellos se juegan la vida más que nadie, porque están en contacto con todos los efluvios humanos: sangre, orina, esputo, etcétera”.

Desde la trinchera, el testimonio de una química que no pretende recompensa y prefiere omitir su nombre:

“Es agobiante atender un piso lleno de pacientes covid. Tienes que ir súper protegido con bata, gorro, overol, otro gorro, cubrezapat­os, botas quirúrgica­s, tres pares de guantes, mis lentes, goggles, mascarilla y careta. Sudas. Se empaña la visión y es difícil tomar muestras de sangre. Ayer ni alcanzaba a ver bien el bisel de la aguja ni ligar correctame­nte brazos de pacientes, porque los guantes y el peso de la careta, la presión de los goggles y las ligas de la mascarilla estorban y lastiman. Se dificulta dar con las venas. Llegué tranquila y concentrad­a con una señora. Mientras la ligaba me preguntó: ‘¿Escucha a mi hija?’. Pregunté: ‘¿Su hija también está hospitaliz­ada?’. Me preguntó: ‘¿No la escucha?’. ‘No…’.

“Puse atención y escuché muy bajito: ‘¡Mamaaá, buenos díasss! ¡Échale ganaaas, te estamos esperandoo­o…!!!’.

“Quisellora­r.Salídelcua­rtopara lagrimear y vi cómo mis compañeros iban y venían con seguridad y confianza, y en ellos me inspiré para retomar la calma y no derrumbarm­e. Subimos y ahí estábamos, todos pendientes. Terminamos la toma y fuimosalaz­onadedesin­fección.Mientraspa­sábamos unoporunop­araquitarn­oselequipo,pensabaenl­ahija que desde afuera lanzaba porras. No solo a su mamá ledabaánim­os,sinoatodos­nosotros,quetambién­dejamos a nuestras familias por venir a trabajar. Tocaba mi turno de desinfecta­rme y, mientras me iba quitando el equipo, pensaba: ‘¿Lo estaré haciendo bien?’. Tenía miedo de hacerlo mal y contaminar­me, pero mis compañeros estuvieron ahí para apoyarme.

“Todos, cuando subimos a piso covid, vamos con la mejor cara y disposició­n. Con una pizca de miedo tal vez por nosotros, por nuestras familias, pero nos damos una buena terapiada y listo. Entre nosotros nos damos palabras de fortaleza.

“No sé en qué momento se va a normalizar todo. Por el momento es muy triste ver que mueren amigos, familiares y personas desconocid­as. Y mueren sin compañía, porque no se deja pasar a los maridos, hijos ni padres.

“Oro por que todos mis compañeros, cuando van al ‘covitario’, regresen con bien y volverlos a ver todos los días como siempre. Oro por que nuestras familias, seres queridos mantengan la calma y sigan las recomendac­iones. Oro por que el corazón de quienes perdieron a un ser querido sane y les dé la paz y la resignació­n para seguir…”.

Desde su trinchera, el personal de laboratori­o comparte sus testimonio­s

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