Historias, no cifras
Encuentro incomprensible nuestra obsesión con el número oficial de contagios y muertes por covid-19. Todos sabemos que los números son inexactos, no obstante, gozan de un extraño protagonismo en la cobertura que ofrecemos los medios sobre la emergencia y en la conversación alrededor de esta cobertura. Cada noche las redes sociales se encienden con el informe de los datos oficiales, aunque los propios oficiales advierten que las cifras que presentan son apenas un acercamiento a la realidad.
Ayer, Estados Unidos rebasó las 100 mil muertes reportadas por covid-19. Un promedio de más de mil 100 muertes por día en los tres meses desde que se declaró formalmente la emergencia. Como bien dice Dan Barry, el cronista del New York Times encargado de escribir el texto que acompaña la histórica portada del Domingo Pasado: “cualquier número es una medida imperfecta cuando se aplica a la condición humana. El número responde cuántos, pero jamás puede transmitir los arcos individuales de la vida, las 100 mil formas de saludar por la mañana y de decir buenas noches”.
En México conocemos de la muerte a una escala que parece rebasar nuestra capacidad de entender y de valorar las historias detrás de la suma total. No es que hayamos normalizado la violencia, tanto como la violencia nos ha entumecido. Tal vez la obsesión con estas cifras es la única forma de entender la dimensión de la tragedia en la que estamos sumidos. Tal vez lo repetimos ahora como mecanismo de defensa. Nuestra manera de entender lo que de otra forma resulta incomprensible. Miles y miles de muertes, muchas que podrían haberse evitado si las acciones se hubieran tomado de forma oportuna y decisiva.
Quizá esa sea la razón por la que el Presidente y sus barones de empresa hablan de la reactivación económica con mayor urgencia a la que emplean cuando hablan de proteger vidas humanas. Se preocupan por el intercambio de bienes y servicios más que por el bienestar de las personas que los intercambian. De cualquier forma, espero que nuestra atenc ión se aleje de las malditas cifras y regrese a las historias que las acompañan. Al final, esa es la única forma de mantenernos conectados con los que hasta hace poco estaban entre nosotros.
Cada noche, las redes se encienden con el informe oficial