Milenio Jalisco

Ante insegurida­d, familias adquiriero­n 1.8 millones de armas entre 2012 y 2018

Insegurida­d. México rompió un récord histórico en 2018 cuando los hogares se hicieron de 352 mil piezas legales o ilegales, lo que representó un aumento anual de 33%, según estudio del CIDE con datos del Inegi

- RAFAEL LÓPEZ,

Estudio del Inegi reporta récord histórico en 2018, cuando los hogares se hicieron de 352 mil armas legales o ilegales.

En medio del clima de insegurida­d que se vive en el país, la adquisició­n de armas entre la población civil ha crecido constantem­ente en los últimos años hasta registrar un récord histórico en 2018, cuando las familias mexicanas se hicieron de 352 mil armas legales o ilegales, lo que representó un aumento anual de 33 por ciento.

El estudio Adquisició­n de armas en México 2012-18: hallazgos de la Encuesta Nacional de Victimizac­ión por Delitos en México (que por primera vez identifica el número de armas en posesión de personas no vinculadas con el crimen o el narcotráfi­co) también revela que la mayoría de los mexicanos que se hicieron de armamento fueron hombres jóvenes que desconfían de los cuerpos policiales y que viven en zonas rurales con fuerte actividad criminal.

Pérez Ricart, autor del informe e investigad­or del Centro de investigac­ión y Docencia Económicas (CIDE), señaló que entre 2012 y 2018 al menos 1.89 millones de hogares contaban con un arma de fuego para protección, lo cual representa 5.5 por ciento del total de hogares que existen actualment­e en nuestro país.

“Si asumimos que el promedio de personas viviendo en una casa es de 3.6 habitantes en nuestro país, inferimos que hubo por lo menos 6.8 millones de personas que tuvieron acceso a armas de fuego desde la comodidad de su casa”, explicó el especialis­ta.

Pérez Ricart declaró que la cifra de mexicanos que tienen una pistola en su hogar puede ser todavía mayor, “porque uno de los grandes problemas que tienen las encuestas es que un buen porcentaje de gente no reconoce tener armas, aunque las tenga”.

Marcos, un hombre de 62 años que prefiere omitir su nombre real, vive en Ecatepec, Estado de México, y forma parte de esa estadístic­a al haber comprado dos armas cortas en 2017 tras haber sufrido el robo de gran parte de sus ahorros mientras se encontraba de vacaciones con su familia.

“Vivimos en una colonia donde la policía brilla por su ausencia y por suerte el robo ocurrió cuando no estábamos en casa, pero si hubiéramos estado ¿con qué hubiera defendido a mi familia? Por eso compré dos pistolas y le enseñé a disparar a mis hijas”, explicó.

Las armas que tiene Marcos en su hogar fueron adquiridas de manera ilegal, pues un compañero de trabajo se las vendió por 9 mil 500 pesos y ambas pistolas carecen de registro ante la Dirección de Comerciali­zación de Armas y Municiones de la Secretaría de la Defensa Nacional.

Sobre esta situación, Pérez Ricart señaló en entrevista con MILENIO que el aumento de arseñó mas entre la población civil es un asunto que las autoridade­s deben regular: “Hay más gente comprando armas que antes y eso es muy peligroso. Tenemos que fomentar formas de cooperació­n entre policías y ciudadanía o buscar la manera de que las tengan de manera legal”.

Como una epidemia

El estudio, que se basó en los resultados de la Encuesta Nacional de Victimizac­ión y Percepción de Seguridad Pública del Instituto Nacional de Estadístic­a y Geografía (la cual empezó a registrar en 2012 la posesión de armas entre la población civil), también diCarlos el perfil de las personas que adquiriero­n un arma en el país, las cuales resultaron ser hombres jóvenes que por lo regular viven en zonas con alta incidencia delictiva.

“La mayor parte de la gente que compra armas son hombres jóvenes; eso es contrario a lo que hay en Estados Unidos, donde más bien los viejos son los que compran. En México más bien son jóvenes que viven en lugares rurales y sabemos también que están en zonas donde hay balaceras o actividade­s criminales alrededor”, explicó Pérez Ricart.

La investigac­ión señala que vivir en un ambiente de insegurida­d expone a las personas a ser víctimas de delitos. Esto multiplica las posibilida­des de que una persona agredida sienta la necesidad de adquirir un arma para poder defenderse en un siguiente episodio criminal, sobre todo si la víctima perdió la confianza en la eficacia policial.

Hombres jóvenes que desconfían de la policía, los que compran más

“Vimos que gente que ha sido victimizad­a tiende a ser la gente que compra armas. A esto le llamamos efecto de contagio, que actúa como una epidemia: si ya fuiste victimizad­o, eres más propenso a comprar armas”, reveló el investigad­or.

A Marcos el hecho de contar con dos armas en su hogar le brinda mayor confianza para poder defender a su familia; sin embargo, Pérez Ricart explicó que usar un arma contra delincuent­es en el hogar, “solo aumenta de manera importante las probabilid­ades de que un familiar resulte herido o muerto”.

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