Acelerar con tino
En el cruce de la carrera por la vacunación y la amenaza de nuevas oleadas de contagio y de muerte, la crisis económica derivada de la pandemia enfrenta el enorme reto de la recuperación. Pero, como lo hemos matizado en otras ocasiones, se trata de recuperar desde la desigualdad, el empobrecimiento, la precariedad y la injusticia. Además de que vivimos una pandemia que no ha terminado y la crisis económica más profunda en los últimos 90 años, uno de los problemas que preocupan es la lentitud de la recuperación, lo que debemos traducirlo como un impacto directo en los que menos tienen.
La economía mexicana se caracteriza por ser lenta y pesada. Su crecimiento promedio en las últimas tres décadas fue de dos por ciento. La pobreza se ha mantenido en alrededor de la mitad de la población en el mismo periodo, así como la generación de empleos ha estado por debajo de la necesidad general. Y si tomamos como referencia lo que pasó en la última gran crisis, en 2009 el Producto Interno Bruto (PIB) cayó 6.5 por ciento y la recuperación se dio en dos ritmos muy distintos: los ricos se recuperaron en menos de un año, en tanto los pobres tardaron una década. Y no todos lo lograron cuando cayó la pandemia.
En este sentido, la aceleración de la recuperación de la economía ha estado en boga como una necesidad apremiante en tiempos de crisis. Desde las millonarias inyecciones de capital en países como Alemania hasta el fuerte incentivo fiscalenEstadosUnidosyotrasnaciones:loque se busca es que luego de un año crítico, la reactivación sea rápida: que vuelvan las inversiones, los empleos, los proyectos, los emprendimientosy,engeneral,eldinamismopropiodelaseconomías que crecen y generan oportunidades.
En el caso local, la Asociación de Bancos de México señala que para acelerar el crecimiento es fundamental una vacunación eficiente, así comoimpulsarplanesdeinversión,inclusiónfinancieraydarapoyoalasmicro,pequeñasymedianas empresas. En el plano de la doble crisis, la vacunación es el paso fundamental porque permitirá controlar la pandemia y, por ende, darle consistencia y proyección a lo económico. Un ejemplo de esto lo tenemos en la diferencia entre los grandes exportadores, que ya están viendo buenos resultados, y los sectores vinculados al turismo y el entretenimiento que no sólo no logran recuperarse sino que no tienen ninguna certeza de cuándo lo harán, pues dependen de que la pandemia lo permita.
El problema de acelerar la economía no es nuevo y no ha podido ser resuelto en por lo menos treinta años. Ahora se ha vuelto mucho más complejo por la pandemia, por el freno económico mundial, por el empobrecimiento de una poblaciónyaempobrecida,yporqueelescenario está cambiando en forma vertiginosa, en forma digital. Lo que hay que acelerar es la educación, la enseñanza de habilidades digitales y la formación para la economía del conocimiento. Todo esto pensando en el futuro cercano. Es tiempo de acelerar pero con pulso de neurocirujano, apuntando con precisión hacia los que más lo requieren.