Tropieza partido de Merkel
Alemania. La gestión de la pandemia por parte del gobierno federal le pasa factura a la Unión Cristiana Demócrata, que sufre una derrota histórica en los comicios en dos entidades a manos de Los Verdes y el SPD
La Unión Cristiano Demócrata (CDU) ha arrancado la carrera a las elecciones generales del 26 de septiembre, esta vez sin Angela Merkel como cabeza de lista, con dos varapalos que ponen al partido y a su nuevo presidente, Armin Laschet, en una situación delicada. Nadie en la CDU relacionó anoche al fracaso electoral en Baden-Württemberg y en Renania-Palatinado con los casos de corrupción que se han detectados en sus filas, pues la derrota se anticipaba en ambos Länder. El hecho de que la CDU se hundiera frente al Partido Socialdemócrata (SPD) y Los Verdes, es, sin embargo, señal de mal agüero. Castiga la gestión de la pandemia de coronavirus por parte del Gobierno federal.
Se ha votado en pandemia y sobre la pandemia, un túnel al que Merkel y su ministro de Sanidad, Jens Spahn no han sabido, según las últimas encuestas, llevar luz. Merkel ha pasado de una aprobación de casi el 80% al 60%. La actuación de Spahn sólo cuenta con el visto bueno del 32% de la población. Se suma al descontento un brote de corrupción especialmente indigesto, el negocio de diputados conservadores con las mascarillas cuando la sociedad más necesitaba de ellas.
Hace dos semanas, el Bundestag levantó la inmunidad a Georg Nüsslein, diputado de la Unión Socialcristiana (CSU), el ala bávara de la CDU, por sospecha de corrupción y fraude fiscal en el negocio de las mascarillas. Una semana después sucedió lo mismo con el diputado de la CDU, Axel Fischer, por haber aceptado dinero del régimen dictatorial de Azerbaiyán. Hay también acusaciones por prácticas dudosas en el comercio de mascarillas contra Mark Hauptmann y Nikolas Löbel. Las comisiones cobradas por los diputados van desde 288.000 a los 600.000 euros. Hauptmann y Löbel han renunciado a su acta de diputado. Nüsslein ha dejado la facción; no así su escaño.
La CDU ha reaccionado con celeridad a un escándalo de corruptelas que, en este año electoral, puede convertirse en algo más que una bomba fétida. Todos los diputados han sido llamados a firmar un código de transparencia que les obliga, entre otros, a comunicar los ingresos por actividades paralelas a partir de 100.000 euros, rechazar donaciones directas a sus campañas electorales y comunicar participaciones en empresas de más del 25%.
Dado que las encuestas nunca fueron favorables para la CDU en BadenWürttemberg y en RenaniaPalatinado, queda por establecer si con el estadillo del escándalo de las comisiones ha habido una relación causaefecto en las urnas. La derrota en ambos Länder ha sido sin embargo notoria.
En BadenWürttemberg la victoria fue para el ecologista Winfried Kretschmann, pero tras cuatro años de coalición con la CDU, Kretschmann parece estar dispuestoacambiardecompañerode baile. De forjarse el tripartito con el SPD y los liberales del FPD del que ya se habla en los medios alemanes, la CDU no sólo saldría del
Gobierno sino que además lo haría con los peores resultados electorales de su historia. Ha obtenido el 23%, frente al 27% cosechado en 2016, según los pronósticos a pie de urna de la televisión pública facilitadosalcierredeestaedición.
Derrota igualmente histórica de la CDU en Renania-Palatinado y eso que el SPD, que gobierna el Land desde hace 30 años, también se ha desangrado. La CDU ha obtenido, según los últimos datos disponibles, 25.5% de los votos. Hace cuatro años logró 31.8%. La socialdemócrata Malu Dreyer, que ha conquistado casi 34% de las papeletas, repetirá legislatura con Verdes y liberales, echando otra vez por tierra las aspiraciones de la CDU de reconquistar la patria chica de Helmut Kohl.