El mundo y el medio
El mundo del futbol es muy grande y el medio del futbol muy pequeño. En el primero, caben todas las emociones, sensaciones, historias, recuerdos y detalles que han hecho de este juego un patrimonio universal. Como aficionados, formamos parte de ese mundo, pero en el fondo tenemos el nuestro: un mundo propio, privado, en el que solo entramos nosotros, compartiendo, pensando, sintiendo, disfrutando y sufriendo como nos da la gana.
Mientras se cumplan las normas básicas de comportamiento y respeto, ser aficionado y elegir cómo vivir nuestra afición, es un acto libre y soberano. Pero el medio, parece tener otras circunstancias, y aunque no hace falta ser periodista, trabajar en un club o ser inversionista de alguna organización para formar parte de él, existe la idea de que todo lo que contiene es propiedad exclusiva de algo o alguien.
Cada vez hay más habitantes del “mundo” del futbol que consideran que las vidas de las personas que forman parte del “medio” del futbol, les pertenecen. El derecho a la intimidad, la protección al honor, el respeto a la imagen y diversos códigos de elemental justicia ordinaria, son vulnerados con una frecuencia extraordinaria por el simple hecho de estar dentro del juego.
En los últimos días, una nueva distorsión de la realidad orilló al presidente del Guadalajara a informar dónde estuvo, con quién estuvo y qué hizo la noche del Clásico; como si su vida, sus relaciones familiares y sus compromisos personales, le pertenecieran a medio mundo. La delgada línea entre el mundo del futbol y el medio del futbol se ha vuelto una frontera macabra en la que, por lo visto, el único signo vital es el juego.
Con caballerosidad, sinceridad, generosidad y profesionalismo, el presidente de Chivas compartió su asistencia a la boda de un familiar. Ahora todo mundo lo sabe, esto no debería ser normal. El futbol como cualquier profesión, solo es una parte de la vida.
Una nueva distorsión orilló al presidente de Chivas a informar dónde estuvo