Llull: un teólogo en tiempo presente
Yerra quien demerita a autores que poco se mencionan y que sin embargo inspiran éxitos literarios. “El lector habita en el futuro; es el futuro de un libro”, escribió Salvador Elizondo. Sí. Ramón Llull (1232-1316) quedó condenado al pasado para algunos, pero hay otros que lo rescatan convirtiendo en experiencia actual su filosofía. Vida coetánea (editorial Pre-Textos/Barcino) fue una narración hecha en 1311 a un grupo de creyentes.
Durante una estancia en París de aproximadamente 20 años, del relato surgen tres versiones, dos son latinas. La primera redacción, traducida en este volumen que Llull presentó ante el concilio general de la Iglesia, ha sido compilada por un amigo suyo: Le Myésier. Actualmente preservada en la Bibliothèque Nationale y donde predicó el manuscrito, hoy son los jardines de Luxemburgo.
Pre-Textos/Barcino abrevia la versión con ilustraciones dedicadas a la reina de Francia. Conocido como Breviculum, el formato es de cómic moderno: adaptación libre centrada en Ars brevis. Una intención necesita consonar entre pensamiento e idea, teoría y práctica: Llull inmola al beato Ramón que peregrina desde Montpellier hasta Roma, comunicando el Arte que Dios le concedió. La narración parece deliberada a modo de justificación biográfica. La prédica religiosa era un acto que se realizaba en viajes de misión. Cronológicamente los hechos dirigen al discurso que Ramón pronuncia ante el rey de Túnez. Hay devoción católica, meditaciones de profecía y el cristianismo queda esbozado como manifiesto de la pía verdad. Poeta, teólogo y místico, Llull fue declarado beato por “culto inmemorial”. El Vaticano lo reconoció siglos después. De clérigo mallorquín a literato vilipendiado, él sabía que vivir, ante todo, resultaba un acto de fe: buscó el honor, no la gloria.
La prédica religiosa era un acto que se realizaba en viajes de misión