Milenio Jalisco

El aguacate y las emisiones

- egaraiz@gmail.com ESTEBAN GARAIZ

El aguacate es un árbol frondoso, primo del laurel mediterrán­eo; tiene también hojas de color verde oscuro. Su follaje es permanente, aunque en la época seca y en otoño suelta abundantes hojas que renueva permanente­mente.

Así pues, es un excelente regenerado­r de suelo. En Michoacán hemos visto cómo plantacion­es recién establecid­as en suelos degradados por el reiterado monocultiv­o de maíz, mejoran la calidad orgánica y el nivel de humedad del suelo.

Eso hace recordar la sabiduría de los coamiles en las comunidade­s indígenas tradiciona­les: siempre son cultivos varios integrados de maíz con frijol, calabaza y otras especies, no monocultiv­os extensos.

Si en ocasiones un torpe manejo de una loma deforestad­a brutalment­e antes de plantar aguacate, ha ocasionado deslaves e inundacion­es, eso evidenteme­nte no es atribuible a la nueva plantación y menos a la calidad de los frutales por plantar. Mucho menos a la propiedad o tenencia de los predios.

En los últimos seis años se han deforestad­o en el mundo 43 millones de hectáreas de bosque natural, según el Fondo Mundial para la Naturaleza: WWF. Pero hay en el planeta deforestac­iones de más de siete mil años, en el Viejo Mundo, como consecuenc­ia del cultivo persistent­e de cereales. Los olivos no reponen el suelo vegetal del mismo modo. Ni las vides.

En nuestro Sureste, la naturaleza tardó mil años en reponerse de la catástrofe ecológica de la cultura maya: por el sistema para el cultivo de maíz de roza, tumba y quema en los suelos delgados de la Península; y ahora ahí vamos de nuevo.

Por otro lado, la tarea ecológica urgente no puede limitarse a la reducción de emisiones carbónicas industrial­es. La verdadera ecología, a la que todos estamos éticamente obligados, requiere reponer la vida vegetal, que es la base y sustento de la vida de todos.

Las emisiones, como los monocultiv­os, deben reducirse y racionarse; quizá no sea razonable soñar en su plena eliminació­n.

Por otro lado, no parece científica­mente demostrabl­e que el actual calentamie­nto global sea precisamen­te antropogén­ico, o sea: ocasionado por la acción de la humanidad.

Los geólogos saben que ha habido calentamie­ntos globales y periodos glaciales por millones de años en nuestro planeta, antes de que la especie humana pudiera tener una incidencia relevante sobre el clima.

Los hidrocarbu­ros, a los que hoy de manera poco reflexiva les queremos atribuir males genéricos a la Humanidad entera, son precisamen­te producto, y no causa, de esos altibajos climáticos del globo terráqueo que gravita rodando alrededor del sol; y no son sólo combustibl­es para la movilidad humana, sino base y materia prima de una infinidad de utilidades para nuestra vida personal y social.

Lo mismo ocurre con el carbón mineral, que igualmente es de origen vegetal fosilizado; ha servido de combustibl­e y sirve de materia prima de múltiples usos, incluso medicament­os.

Muy de atender la voz del Episcopado Mexicano que “denuncia al sistema neoliberal como responsabl­e de la explotació­n y depredació­n de Nuestra Madre Tierra”.

En seis años se han deforestad­o en el mundo 43 millones de hectáreas de bosque natural

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico