¿Libre para qué?
El sentimiento más universal de la pandemia ha sido la pérdida de libertades. Ciertamente, hay quienes prácticamente no han salido de casa en más de un año y otros para los que la alarma no fue más que un tope de velocidad. Los diferentes límites, en gran medida autoimpuestos, me han puesto a pensar en lo diferente que percibimos la libertad de unos a otros.
El concepto de libertad es relativamente nuevo en el mundo. No fue hasta el siglo
XVIII que se empieza a enlistar como un valor e incluso un derecho inalienable de todas las personas. Por supuesto que en sus orígenes el principal significado era más literal como el objetivo de la cadena de revoluciones que se inicia en ese siglo para liberar a la clase obrera de la esclavitud y de condiciones laborales infrahumanas.
En la actualidad, a pesar de que hay miles de millones por liberar de condiciones de esclavitud, no nos referimos a la libertad en esos términos, pero sí la demandamos como ese derecho. Para la mayoría del mundo industrializado, la única limitante real a la libertad es la ley, y viviendo en supuestas democracias casi efectivas, la mayoría de nosotros nos sentimos en plena libertad viviendo bajo los parámetros legales. Salvo sus excepciones, no creemos que respetar las señales de tránsito, la propiedad privada y los derechos de los demás nos priva de libertades naturales. Sin embargo, el progreso social y la pandemia nos han cuestionado eso.
Asumiendo que el objetivo es maximizar la libertad de los individuos ¿Qué establece precedente? ¿El derecho a la salud pública o el privilegio de tomar decisiones individuales? El uso de la mascarilla obligatorio, la imposición de cuarentenas, las limitantes a actividades en grupo, todas nos quitaron libertades de las que gozábamos, pero también protegían el futuro de otras.
Mientras menos contagios, más rápido íbamos a normalizar la vida y más despejados iban a estar los servicios esenciales que se estaban saturando. Ahora estamos en la fase de vacunación y entre más rápido esté vacunada la población, al igual, más libertades se van a restaurar. ¿Cuál libertad es más “humana” o más “libre” o “esencial”? ¿La del individuo a vacunarse o la del grupo de individuos vacunados a retomar sus libertades cotidianas?
Desde mi punto de vista, no hay una respuesta absoluta. Es inimaginable obligar a la población a vacunarse, pero sumamente injusto que la vida siga interrumpida innecesariamente en unos meses. Lo sé, ya estuviéramos en esas, pero es el tipo de debate que tiene más implicaciones. Hoy en día damos por hecho que la libertad individual está por encima del bien colectivo y mientras que no estoy preparado para escoger a uno sobre el otro universalmente, creo que es una actitud que le trae al mundo un gran pesar.
Damos por hecho que la libertad individual está por encima del bien colectivo