“¡Cálmense con su Blancanieves cancelada!”
Perdón, pero debo reír. No de los compadres del San Francisco Chroniclequedecidieron polemizar sobre el beso de Blancanieves y el príncipe quelabesómientrasdormida,ergo con una total “falta de consenso”. Meríodetodoslosqueseindignan conesto,conPepeLePewysimilares. Esa no es la batalla.
Miren, todo esto pasó porque Disneyland reabrió sus puertas en Anaheim con los juegos más tradicionales renovados, y ahora el paseo de Snow White en lugar de acabar con la muerte de la madrastra maldita, termina con el beso con el que el príncipe la despierta de lo que hubiese sido un sueño eterno. Así es la historia de la primera película de Disney de 1937, que fue publicada por los hermanos Grimm en sus cuentos de hadas en 1812. ¡Revisiten eso! O mejor lean a Bruno Bettelheim y su maravilloso Psicoanálisis de los cuentos de hadas para tener un poco más de contexto analítico más allá del ya juego de la cultura de la “cancelación”.
No se esponjen. Los Republicanos hablan de esto, del señor Cara de papa y de Los Muppets en lugar de confrontar el caos que dejaron en EU. Y en México, como ya comentábamos ayer, donde se nos confundeladerechaconlaizquierda colectivamente, de pronto todo mundo resulta un indignado conservador de cuentos y personajes.
En realidad, les puedo apostar que solo fueron dos provocadores haciendo lo que hacen, y no dudaría que hasta podría haber una apuesta de por medio respecto a cómo el mundo tomaría la fake cancellation de Blancanieves. Ya dejamos eso de la labor forzada de los enanos y las películas porno inspiradas en ello. Mientras tanto: mejor un beso robado que muerte por manzana envenenada.