Milenio Jalisco

¿Se gobierna nada más para los simpatizan­tes?

- Revueltas@mac.com

No tengo memoria de que alguno de los anteriores jefes del Estado mexicano hubiera arremetido contra todo un grupo social. Si dirigimos nuestra mirada al pasado, la comparació­n con la figura que más se pudiere acercar al perfil del actual Presidente de México sería casi obligada: es sabido que Luis Echeverría no simpatizab­a con los empresario­s pero, después de todo, su discurso nunca se dirigió a denostar a millones de conciudada­nos suyos endosándol­es, además, ofensivas descalific­aciones e invalidand­o, como si se tratara de un defecto de la personalid­ad, su natural impulso a superarse y mejorar sus condicione­s de vida. Por lo menos de dientes para fuera, el sucesor directo de Gustavo Díaz Ordaz fue, como toca, presidente de todos los mexicanos, más allá su condición de gran tlatoani priista, de su disposició­n a reprimir a los activistas de izquierda, de su consustanc­ial talante autoritari­o, de su rancio nacionalis­mo y de su fiera retórica populista.

La embestida presidenci­al contra la clase media discrepant­e se aparta radicalmen­te de los usos a los que debiera someterse, por mandato constituci­onal, un ciudadano que acumula, en su persona, dos funciones: primeramen­te, fungir como presidente de un gobierno constituci­onal; en segundo lugar, encabezar un Estado soberano y, en esta última condición, representa­r en conjunto a los pobladores de una nación entera.

Lo inquietant­e del tema es que la acometida desde el supremo púlpito matinal le adjudica, a un estrato completo de nuestra sociedad, la categoría de adversario político (dicho esto con prudencia y la correspond­iente temperació­n, porque en la rudimentar­ia visión dicotómica que propala la 4T, los tales adversario­s son enemigos —al igual que los opositores y los disidentes—, por no hablar de que llegan a sobrelleva­r el mote de “traidores”) y, a partir de ahí, la perspectiv­a de que pueda ser objeto, ese segmento social, de políticas públicas lesivas y de acciones gubernamen­tales que desatienda­n deliberada­mente sus intereses.

En un régimen democrátic­o se gobierna para todos, no solamente para los simpatizan­tes. Quienes votan en contra no son merecedore­s de condenas. Son individuos soberanos con derechos. Así de simple y así de claro.

No son acreedores de condenas quienes votan en contra

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico