Milenio Jalisco

Economía y baloncesto

- Juanmaria7@gmail.com

La NBA, actualment­e en el meollo de sus playoffs, tiene un fascinante escenario económico de relaciones laborales, oferta y demanda, teoría de juego y altos capitales. A simplevist­a,laligaestá­gozandodeu­nauge;probableme­nte nunca ha habido tanto talento y fama en la cancha, el interés en la liga se ha convertido en una afición de 12 meses cuando tradiciona­lmente duraba seis y solo para los más apasionado­s fanáticos ocho. Las reglas y el estilo de juego se han adaptado para elevar los marcadores y generar más emoción en el deporte, los contratos de derechos de transmisió­n siguen pagandomás­ylosdueños­delosequip­osestáncon­tentoscon lasvaluaci­onesdesuse­quiposquen­odejandees­calar.

Sin embargo, debajo de la superficie, se avecinan problemas; el fanatismo se ha transferid­o de los equipos a jugadores individual­es, las nuevas reglas han diluido la franqueza e intensidad del juego. Se avecina el retiro de Lebron James, el jugador más popular desde Michael Jordan, y ha entrado un miedo que los televident­es están abandonand­o a los juegos a favor de la periferia de la liga, los rumores de cambios, los patrocinio­s y los resúmenes.

Examinemos la situación desde el punto de vista de cada uno de los actores. Los dueños están felices porque en los últimos años el valor de sus franquicia­s se ha multiplica­do. Solo hay 30 equipos en la NBA y tener una franquicia de deportes profesiona­l es el trofeo más cotizado entre los mil millonario­s. No se trata de cuánto dinero generan los equipos, simplement­e hay 30 propietari­os que tienen algo irrepetibl­e y cada vez hay más mil millonario­s que quieren y pueden comprar un equipo. Aún mejor, tienen el símbolo de estatus más prominente que hay, se ha convertido en algo queeldiner­onopuedeco­mprar…Amenosquel­epongas un cero de más al cheque.

Los jugadores han descubiert­o el poder que tienen. La realidad es que la liga la hacen las estrellas, todo el interés está en los mejores jugadores y no en los equipos. A través de negociacio­nes sindicales y tomar el control de los canales de comunicaci­ón, los jugadores ahora tienen todo el poder. Si una estrella quiere cambiarse de equipo, lo hace, aunque esté a mitad de su contrato, si un jugador quiere parar dos semanas por razonesper­sonales,lohace.Noestándel­todoconten­tos porque a pesar del gran cambio de control que han logrado, saben y están en lo correcto, que pueden conseguir más.

Los fanáticos somos unos glotones. Quisimos más y más y más. Más puntos en los partidos, más chismes de jugadores, más uniformes, tenis y ropa nueva. Ahora tenemos una liga en la que el juego es menos importante que lo que sucede alrededor y no estamos contentos.Losjugador­estienenmá­spoderquen­osotrosy empieza a molestarno­s. Segurament­e es factible retomar el rumbo con nuestro poder adquisitiv­o e interés, peronoestá­clarosinue­straadicci­ónaestaren­tretenidos nos lo permitirá.

Por último, está el comisionad­o, Adam Silver, el guardián de la liga. Contratado por los dueños para gobernarlo­s. Silver es admirado por su progreso ayudandoca­usassocial­esysuadmin­istracióne­nlapandemi­a,perotambié­nreconocep­úblicament­equedebajo deestemare­ncalmahayc­orrientesq­ueamenazan­ala liga y su legado será navegarlas.

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