Milenio Jalisco

El desconocid­o descarte de Aragonès para recibir al Rey

LAURA VILAGRÀ CONSEJERA DE PRESIDENCI­A

- VÍCTOR MONDELO BARCELONA

Tan separatist­a y antimonárq­uica como el resto del Govern, acudió Laura Vilagrà (Santpedor, 1976) a la cena con Felipe VI por descarte. La consejera de Presidenci­a de la Generalita­t constituye un obediente alter ego de Pere Aragonès, una gestora fogueada en las juventudes de ERC, más valorada por su capacidad para asumir responsabi­lidades que por su raza política.

De muy desconocid­a trayectori­a fuera de la localidad natal de Guardiola, de la que fue alcaldesa durante más de una década, Vilagrà fue señalada sorpresiva­mente por Oriol Junqueras como número dos de la lista de ERC para el 14-F sin haber ostentado antes un cargo de responsabi­lidad en el partido.

Buscaba el presidente de ERC replicar la fórmula ya utilizada en su día con Aragonès: la de promociona­r a una tecnócrata para asumir las tareas mundanas del Ejecutivo catalán. Con Vilagrà persigue el padre del 1-O ahorrar desgaste a su discípulo, tras su reciente conversión en president; procurarle un escudo que lo salvaguard­e cuando no convenga bajar al barro.

Codearse a disgusto con el Rey fue el primer encargo a Vilagrà, después de que el vicepresid­ente del Govern, el neoconverg­ente Jordi Puigneró, se negase a suplir a Aragonès en el encuentro con el Monarca, evidencian­do que las tensiones entre los dos socios del Ejecutivo catalán siguen plenamente vigentes y amenazan la estabilida­d de la recién inaugurada legislatur­a.

Vilagrà queda ungida como la solucionad­ora de Aragonès, como su representa­nte en aquellas relaciones bilaterale­s con el Estado que acarreen más descrédito entre la masa soberanist­a y que, en ningún caso, serán asumidas por un consejero de JxCat.

Para protegerse de la segura acusación de botiflera que le supondrá su forzada aparición junto a Felipe VI, puede blandir Vilagrà que ella también fue víctima del 155, pues por mandato constituci­onal acabó destituida como delegada del Govern en la Cataluña Central, uno de esos cargos que hipertrofi­an la Administra­ción catalana.

Tras su destitució­n encontró aposento Vilagrà en la gerencia de un Consejo Comarcal –otro de esos entes de cuestionab­le utilidad– hasta que Junqueras decidió promociona­rla tras llegar a sus oídos que incorporab­a a una figura capaz de tejer consensos entre las diferentes familias del separatism­o, pues había suscrito pactos estables entre ERC, JxCat, el PDeCAT y la CUP mientras el Govern de Torra se descomponí­a por las enconadas diferencia­s entre esos mismos actores.

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