La noticia como espectáculo
El show fue inventado para entretener. Y eso dio origen al mundo del espectáculo. Entre show y entretenimiento se vierten y mezclan géneros literarios y artísticos utilizados para eso, para entretener. Luego llegó el mundo digital y las redes sociales, y entonces, el big data creó un mundo paralelo al real: el online.
El ciudadano se transformó en usuario y algunos medios comenzaron a usar la noticia como espectáculo para entretener. Entretener e informar son dos cosas muy diferentes: en la primera, se inventan historias que se hacen pasar por “auténticas”. Aquí, nunca hay nombres porque siempre se prefiere el anonimato haciendo creer que es por miedo que se ocultan aunque en realidad es porque esas historias fueron inventadas; en la segunda, se informa el quién, el cómo, el cuándo y el dónde. Se comunica pero no se juzga. Cuando el periodista emite juicios de valor y violenta todos los principios éticos y de autorregulación de los propios medios, la noticia se vuelve ofensa y pierde toda credibilidad.
Esta combinación es letal si se quiere linchar a una persona, al menos digitalmente. Como bien lo apunta Olabuenaga, tanto la tecnología como los medios de comunicación amplificaron el poder simbólico del linchamiento.
Pero fue con la democratización de internet, en 1984, que se abrieron las puertas para que esta amplificación fuera exponencial.
Escribir noticas para convertirse espectáculo es como vender en el mercado de abastos al regateo. Por supuesto que si esa noticia se produce a través del mundo online y si reúne los tres elementos definitorios y constitutivos del big data – volumen, variedad y velocidad- entonces la noticia vende aunque sea mentira porque el objetivo que tiene no es informar sino linchar, destruir a aquel con quien no se está de acuerdo o a quien ya se condenó y prejuzgó.
Así, la noticia como entretenimiento crea las condiciones para el linchamiento digital y en éste participan –en palabras de Olabuenagausuarios de redes, influencers, instituciones, bots, medios online, medios offline, muchedumbre digital actuante y muchedumbre digital silenciosa. En las hordas digitales también se violan los derechos humanos.
Nunca hay nombres porque siempre se prefiere el anonimato