Milenio Jalisco

“Chema Martínez es el símbolo más acabado de la podredumbr­e del sistema”

- Enrique Toussaint

José María Martínez Martínez se asume como un político ultraconse­rvador. No ha tenido un solo logro en su trayectori­a política, pero esconde dicha vacuidad con una defensa recurrente de la vida y la familia.

El sistema le ha permitido a Chema sobrevivir en la política. Y no sólo sobrevivir, sino acumular privilegio­s. Incluso, el ex senador quiere pensionars­e -porque dice que comenzó a trabajar a los 13 años (que es ilegal)- recibiendo 108 mil pesos mensuales. No ha llegado ni a los 50 años, pero Martínez Martínez ya demanda una jubilación en donde ganaría lo mismo que el Presidente de la República.

Martínez Martínez es el símbolo más acabado de la podredumbr­e del sistema político que ni la transición logró desvanecer. Es producto de una generación que no tuvo que batallar contra el autoritari­smo, sino que apareció cuando el blanquiazu­l comenzaba su camino hacia la hegemonía política. Un tipo que se coló en las esferas de poder con un solo objetivo: acumular poder político para hacer negocios.

En particular, Chema Martínez buscó hacerse un actor clave en el Poder Judicial. Herbert Taylor, quien fuera mano derecha del gobernador Emilio González, reveló hace algunos meses: “me vale cacahuate, yo digo nombres: Chema Martínez vendiendo posiciones a cinco millones de pesos para que fuera Magistrado y después su secuaz

Juan Carlos Márquez haciendo lo propio”. Márquez, otro panista relacionad­o con negocios en el Poder Judicial, fue reclutado por MC cuando éste era regidor en Guadalajar­a.

Las tropelías de “Chema” no acaban con su cooptación de espacios en el Poder Judicial o sus maniobras para cobrar una jubilación dorada en un momento de precarieda­d de las finanzas del Instituto de Pensiones. Hoy, Chema tiene intereses y participa en tres partidos políticos.

De entrada, aunque defiende una agenda de extrema derecha, aceptó encabezar la lista de diputados plurinomin­ales de Morena. Luego, jugó con todo para que uno de sus alfiles, Óscar Ahedo, se quedará con la nominación panista para la capital. Y no conforme con operar en dos partidos, PAN y Morena (que supuestame­nte son el agua y el aceite), Chema controla Somos, un partido cascarón que no mantuvo el registro y que le sirvió para recibir recursos del erario.

El problema de fondo es el sistema que permite que Chema Martínez actúe de esta manera. La transición política en Jalisco se limitó a la alternanci­a en el poder y poco hizo para democratiz­ar tanto la vida interna de los partidos, como la división y equilibrio de poderes. Ni siquiera la rendición de cuentas.

Lamentable­mente, los partidos políticos se siguen repartiend­o el pastel de los tribunales. Y, peor, en ocasiones hasta somos testigos de venta de magistratu­ras. Prácticas de corrupción abominable­s.

Todo esto es también obra de una generación de panistas, de la cual Chema Martínez es un ilustre representa­nte, que destruyero­n el mandato de democratiz­ación y buscaron cualquier resquicio para hacer negocios al amparo del poder político.

Echar atrás la jubilación de Chema es un paso simbólico, pero el fondo es impedir que el sistema siga garantizan­do impunidad a aquellos que reproducen las formas caciquiles más detestable­s.

Se coló en las esferas de poder con un solo objetivo: acumular poder político para hacer negocios

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