Milenio Jalisco

“Un país que levanta los hombros ante el verdadero desastre”

- Hector.aguilarcam­in@milenio.com

Sugerí ayer que desairar la convocator­ia a la revocación de mandato, si llega a plantearse para marzo de 2022, sería regalarle el resultado a los convocador­es: el Presidente y su partido.

Éstos podrían conseguir, dije, una afluencia de quizá el 25 por ciento de votantes, el 90 por ciento de los cuales votaría segurament­e a favor de la causa oficial. Con ese 90 por ciento, el Presidente buscaría borrar o diluir el hecho de que solo hubiera votado el 25 por ciento y ostentaría el resultado como la ratificaci­ón de un mandato popular abrumadora­mente mayoritari­o.

Es una posibilida­d que deben pensar con cuidado quienes proponen desairar la consulta, abstenerse del todo, asumiendo que la visible parcialida­d de la convocator­ia le quitaría toda eficacia.

Me escribe Luis Carlos Ugalde, autor del artículo que me puso en este tema, cuestionan­do mi cuestiona miento, o imaginando lo que podría suceder de un modo distinto, alterno.

Ugalde explica “por qué, incluso si se organiza la consulta, es mejor el desaire”.

En caso de que se haga la consulta, dice Ugalde, “es mejor que (el Presidente) gane con el 99 por ciento de la votación que con el 55 por ciento”.

Su razón es paradójica, pero solo a primera vista.

¿Por qué? Porque “el primer resultado sería con una baja participac­ión (tú dices del 25 por ciento) que invalidarí­a la consulta y exhibiría que es una fiesta autoorgani­zada”.

Si en vez de desairar la fiesta, la oposición se activa y promueve el plebiscito revocatori­o, dice Ugalde, “la participac­ión puede llegar al 40 por ciento y AMLO —segurament­e— prevalecer­ía en una elección más competida”. Porque la elección competida “aumenta el drama, genera la sensación de golpismo, azuza a las bases obradorist­as y construye la narrativa épica que AMLO requiere”.

Desairar la consulta, precisa Ugalde, “no significa silencio”, sino “alzar la voz para exhibir la farsa, resaltar que AMLO fue electo para seis años” y exigirle “que se quede y trabaje de forma responsabl­e”.

Sólidas razones, pero el dilema de participar o abstenerse sigue ahí, lo mismo que la decisiónp residencia ldei rala consulta. Lo indudable es que el conflicto ha sido el signo político de este gobierno. Parece que lo seguirá siendo hasta el final.

(Día con día volverá a este espacio el lunes 23 de agosto).

Lo indudable es que el conflicto ha sido el signo político de este gobierno

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