Milenio Jalisco

Adiós papás; adiós abuelitos

- CELSO MARIÑO celso03@icloud.com

Asus 83 años la señora María comía de todo: pozole, tortas, sopes, refrescos y le encantaba pasear y gusguear de todo en la calle, pero ya no puede: ahora y desde febrero pasado está postrada en una cama padeciendo las secuelas de la covid-19.

“Antonio”, de poco más de 70 años, era parecido a María: un hombre muy activo, sano y ahora sus hijos se turnan para cuidarlo las 24 horas en su casa o en el hospital cuando decae, porque también padece las secuelas del coronaviru­s.

Joaquín, quien ronda los 65 años de edad, dedicó toda su vida a la construcci­ón y aunque tenía ciertos excesos su oficio lo mantenía saludable, pero le dio covid. Aunque superó el cuadro propio del virus, las secuelas lo tienen encamado, con pérdida de memoria y desahuciad­o por los médicos.

Como ellos conozco dos casos más muy similares: adultos que tras padecer covid y aparenteme­nte superarlo, a los días sufrieron accidentes cerebrovas­culares que los recluyeron a camas de hospitales públicos o subrogados que buscan enviarlos rápidament­e a sus casas ante la imposibili­dad de hacer más por ellos y ante su muy mal pronóstico.

En el último año al menos otros cinco adultos que conocí (padres de amistades, abuelitos de conocidos) se han ido de este mundo por cuadros similares. Preguntand­o un poco nos encontramo­s que -por supuesto- ellos no son los únicos casos a nuestro alrededor y no veo ninguna estrategia sanitaria estructura­da, ningún programa de la Secretaría de Salud federal para atender esta tendencia.

Según la Dirección General de Epidemiolo­gía de la SS, entre la población de 60 a 69 años de edad es donde se han registrado más defuncione­s atribuidas a covid; le sigue el rango de 70-75 años y en tercer lugar el de 55-59 años, justo los mayores de edad que supuestame­nte iban a ser la prioridad de esta administra­ción federal.

Urge un plan nacional para rectificar el trágico manejo de la pandemia y sus secuelas. No podemos seguir dando de alta sin darle seguimient­o clínico a los adultos que tuvieron covid.

Háganlo por los abuelitos que aún quedan, por los padres y madres mayores de edad que han sobrevivid­o a la negligenci­a federal de los últimos dos años. Tengan abuela.

Urge un plan nacional para rectificar el trágico manejo de la pandemia

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