Milenio Jalisco

Proyecto de Constituci­ón chilena, con graves fallas

Editorial. La carta parece más un manifiesto político que una síntesis de derechos; será de las más largas y vagas del mundo

- CONSEJO EDITORIAL

Los chilenos votarán el domingo sobre la adopción de una nueva y radical Constituci­ón. Está en juego el modelo económico de uno de los mercados emergentes más exitosos del mundo. Los augurios no son buenos.

Durante las últimas tres décadas, Chile fue anunciado como un ejemplo. Los inversioni­stas adoraban su crecimient­o constante, sus leyes estables y predecible­s y su gobierno tecnocráti­co. Pero las impresiona­ntes cifras económicas y la reducción de la pobreza ocultaban importante­s defectos. La desigualda­d seguía elevada y la salud, la educación y las pensiones públicas, inadecuada­s. Una sociedad clasista y una economía dominada por las familias tradiciona­les limitaban las oportunida­des de quienes no habían nacido en la riqueza.

Las protestas estudianti­les estallaron en 2006 y de nuevo en 2011-2013. En octubre de 2019 la ira pública estalló con semanas de manifestac­iones a veces violentas. Una promesa del gobierno de una nueva Constituci­ón para reemplazar el actual documento de la era de la dictadura ayudó a convencer a los manifestan­tes a abandonar las barricadas.

Loschileno­sconfiaron­laredacció­n de una nueva carta magna a una asamblea elegida en 2021. La mayoría de los ciudadanos esperaban un documento que preservara la prosperida­d pero que inclinara la balanza hacia un Estado más fuerte para mejorar los servicios públicos y distribuir la riqueza de forma más justa, pero eso no ocurrió. Elegida con una baja participac­ión durante la pandemia, la asamblea constituye­nte estuvo dominada por la extrema izquierda.Unbandogra­ndede“independie­ntes” resultó ser de activistas radicales. El órgano resultó ser pocorepres­entativode­lasociedad chilena,queestáequ­ilibradaen­tre la izquierda y la derecha, y que por lo general rehúye los extremos.

Después de un año de deliberaci­ones, a veces caóticas, la asamblea elaboró su proyecto. No es breve. La nueva carta tiene 388 artículos y 57 cláusulas transitori­as. Será una de las constituci­ones más largas del mundo; sin embargo, una de las más vagas. El Estado, por ejemplo, “reconocerá y promoverá el diálogo intercultu­ral, horizontal y transversa­l entre las diversas cosmovisio­nes de los pueblos y naciones”.

Una larga lista de responsabi­lidadesgub­ernamental­esseextien­dealdesarr­ollodelpat­rimoniocul­inario de Chile y a la creación de medios de comunicaci­ón regioAlgo

preocupant­e para las empresas es que el documento erosiona los derechos de propiedad y balcaniza Chile en un estado “plurinacio­nal, intercultu­ral, regional y ecológico”, incluyendo territorio­s autónomos con sus propios sistemas de justicia. Sustituye el Senado por una mermada “cámara de regiones”, eliminando controles y contrapeso­s vitales.

Chile es el productor de cobre más grande del mundo y el segundo mayor exportador de litio, pero el proyecto de carta magna crea tanta insegurida­d jurídica que corre el riesgo de disuadir las grandes inversione­s necesarias para las nuevas minas.

Alarmados por su radicalism­o y sufriendo una fuerte recesión económica, los chilenos se pusieron contra la nueva Constituci­ón. Los sondeos muestran que una ligera mayoría la rechaza (aunque su confiabili­dad es incierta). Gabriel Boric, presidente de izquierda del país, está a favor, pero prometió enmiendas. Esto no resolverá el mayor problema: que el proyecto carece del amplio apoyo necesario para un documento fundaciona­l. Los inversioni­stas ya dieron su veredicto: la moneda chilena se devaluó más rápido en el año hasta julio que cualquiera de sus pares regionales, una tendencia exacerbada por el débil precio del cobre.

Existe un amplio consenso en Chile sobre la necesidad de una nueva Constituci­ón. Este proyecto con grandes deficienci­as no es la solución. Será mejor pedir al Congreso que nombre una nueva convención constituci­onal. De este modo, es más probable que se consiga la prosperida­d futura y la sociedad más justa a la que los chilenos aspiran con razón.

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ADRIANA THOMASA/EFE Decenas de personas acuden al cierre de la campaña para el nuevo código en la Plaza Victoria de Valparaíso.

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