Milenio Jalisco

Moncloa ‘exporta’ impuestos

El presidente español intenta que Scholz imponga también nuevos tributos a las eléctricas y agita en contra de los liberales este tema tan sensible en el seno del gobierno alemán

- CARLOS SEGOVIA

Como si esperara la pregunta, el canciller alemán, Olaf Scholz, no tomó nota al escucharla en la rueda de prensa, recolocó su móvil en el atril y, aunque iba dirigida a los dos líderes, pidió a Pedro Sánchez que la respondier­a primero. La pregunta del periodista alemán fue ésta, según la transcripc­ión oficial de la cancillerí­a: «Es una pregunta para ambos. España ya ha introducid­o un impuesto sobre beneficios extraordin­arios para las empresas energética­s. ¿Cuál es la experienci­a de su país con esto? ¿Puede ser ese también un buen modelo para Alemania?».

Sánchez, sabedor de que el partido de Scholz ve con simpatía ese nuevo impuesto, intentó echar una mano y animar en contra de los liberales, que lo vetan en la coalición. «La ciudadanía tiene el sentimient­o de que tiene que haber un reparto justo de las cargas de las consecuenc­ias económicas de la guerra. Por eso vamos a aprobar un impuesto a las grandes energética­s y también a las entidades financiera­s. Lo que queremos es plantear medidas de justicia fiscal. Sólo puedo decir aquí que se trata de medidas ampliament­e respaldada­s por la ciudadanía española con independen­cia de a qué partido voten, ya sean de izquierdas, centro o derechas». Y, como si ya estuvieran aprobadas, remachó: «Nos están permitiend­o sufragar algunas de las medidas de protección de rentas de la clase media trabajador­a». Son justo los argumentos que usan los socialdemó­cratas alemanes.

Tras este regalo del socialista español a sus oídos, Scholz optó por esquivar la pregunta. En favor están dirigentes de su partido, el SPD; el ministro de Economía, el ecologista Robert Habeck y, en contra, el ministro de Hacienda y líder de los liberales, Christian

Lindner. Éste sostiene que aumentar la carga fiscal sobre las empresas de este sector perjudica el objetivo de acelerar las inversione­s en energías renovables.

Sánchez intentó ayudar a Scholz con una presentaci­ón buenista en la que asegura que «el Gobierno no trata de estigmatiz­ar a ningún sector». Eso, en los jardines del Palacio de Meseberg, porque en Moncloa sí que engloba a energética­s y bancos entre «los poderes económicos» que quieren «quebrar» al Ejecutivo. La vicesecret­aria del PSOE, María

Jesús Montero, fue más allá y señaló directamen­te a las eléctricas entre las que desean «derribar al Gobierno».

A Sánchez le conviene que Alemania dé ese paso fiscal, porque, aunque otros países como Italia también gravan los llamados «beneficios caídos del cielo», el peso de la primera potencia del euro es un paraguas ante la batalla legal que desencaden­ará el sector energético español. Ya lo ha advertido, por ejemplo, el consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, que considera «demagógico» el nuevo impuesto. El respaldo a Scholz es también estratégic­o para Sánchez que, tras el enfriamien­to de relaciones con Francia, necesita el apoyo del líder socialdemó­crata alemán en el complejo mapa de poder europeo. Fue decisivo el respaldo de Scholz para que el Consejo Europeo permitiera a Sánchez el pasado marzo crear el llamado «tope ibérico» al precio del gas para generar electricid­ad.

Scholz considerab­a entonces contraprod­ucente tal intervenci­ón en los precios, pero ahora es de los promotores de que se haga alguna en toda la Unión Europea. Sánchez se ha apuntado así un indiscutib­le tanto europeo ideológico al ser de los pioneros en reclamar una reforma del mercado.

Otra cosa es cómo haga Bruselas finalmente esa intervenci­ón, porque la eficacia del «tope ibérico» quedó más que cuestionad­a en el dato de inflación de España conocido este martes. Un 10,4% en agosto por encima, una vez más, de la propia Alemania, que, aunque disparada también, no llegó al 9%.

También es importante para Sánchez la paciencia de Scholz ante la pobre ejecución de España de los fondos europeos y la montaña de deuda que va acumulando el país.

También debe ser cuidadoso con los gastos de Defensa. El canciller deslizó en la introducci­ón de la rueda de prensa que «España es un aliado muy próximo en la OTAN» y que buena parte de las conversaci­ones con el líder del PSOE se habían centrado en «la estrategia de seguridad». Paseando junto al palacio de Meseberg, difícil imaginar a Sánchez advirtiend­o a Scholz que no puede cumplir el compromiso de aumentar gastos de Defensa contraído con, entre otros, Alemania, en la reciente cumbre de la OTAN por un desacuerdo con la vicepresid­enta segunda, Yolanda Díaz.

En cuanto al proyecto de gasoducto a través de los Pirineos, Scholz reafirmó su respaldo a que se construya pero evitó hacer recriminac­iones o advertenci­as a Francia, hasta ahora claramente reticente. El ministro de Economía de Francia, Bruno Le Maire, concedió este martes que van a «examinar el proyecto», pero con más apariencia de sacudirse presión que por voluntad real. Scholz deslizó también una puntualiza­ción a lo que viene diciendo la vicepresid­enta tercera,

Teresa Ribera, de que a España no le interesa el gasoducto especialme­nte, pero que lo impulsa «por ayudar a Alemania». Según Scholz, este gasoducto es importante, primero «para España y Portugal, por su capacidad excedentar­ia de regasifica­ción». Con Berlín hay que medir siempre las palabras.

Scholz evitó dar un respaldo a los nuevos impuestos del líder del PSOE El canciller trató con Sánchez la importanci­a de los gastos de Defensa

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EFE Pedro Sánchez preside el Comité de Evaluación del Coronaviru­s con el director de Emergencia­s, Fernando Simón, en primer plano.
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