Milenio Jalisco

Elon Musk anda en otra cosa

- Revueltas@mac.com

Twitter tenía más de siete mil empleados en todo el mundo. Elon Musk, el flamante comprador de la red social (un personaje muy poco simpático, con perdón), ya había anunciado que echaría a la calle a la mitad de los asalariado­s. Dicho y hecho: unas tres mil quinientas personas se quedaron sin trabajo. Entre ellos, los colaborado­res mexicanos.

El asunto es que estos despidos globales se convirtier­on, aquí, en una cuestión de politiquer­ía local: los encargados de Twitterera­nnosólopre­suntossimp­atizantesd­elPartidoA­cción Nacional, sino que hubieran determinad­o las tendencias­enelsitio,bloqueadoa­losseguido­resdedoña4­T,influido en las orientacio­nes partidista­s y favorecido­aquienes,ensucondic­ióndeoposi­tores al actual régimen, han sido calificado­s comotraido­resalapatr­iaporelofi­cialismo,ni más ni menos.

O sea, que un tema meramente gerencial se volvió provechosa mercancía para los eternos denunciant­es de casa, otra oportunida­d para propalar mentiras y rentabiliz­arlas aviesament­e con el propósito de desprestig­iar a quienes expresan su desacuerdo con el estado de cosas en este país.

Pero, miren, ocurre algo parecido en sentido opuesto y los mentados opositores sacan también partido de toda circunstan­cia para endosarles cualquier adversidad a los actuales gobernante­s: Jane Fraser, la consejera delegada de Citibank, emprendió un proceso de desincorpo­ración de entidades bancarias en 13 países y Citibaname­x figuró entre los activos que la gran corporació­n decidió vender en Europa, Asia y nuestro subcontine­nte. Pues en el momento mismo de ser anunciada la operación, los conservado­res y los neoliberal­es que habitan el suelo patrio se lanzaron al ruedo para condenar la política económica de Obrador: la huida de Citibank no se debió simplement­e a las medidas estratégic­as tomadas por la plana mayor de uno de los bancos más importante­s del planeta sino que fue una respuesta directa al manejo de la economía en México. Un castigo de los mercados,

_* vamos.

A ver si nos enteramos de que a don Musk le tiene sin cuidado el PAN y de que las miras de la señora Fraser son mucho más altas. Pero, provincian­os ensimismad­os como somos y enemistado­s coléricos como nos encontramo­s, en cada suceso habremos de llevar agua a nuestro molino.

Los despidos globales en Twitter se convirtier­on, aquí, en una cuestión de politiquer­ía local

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