Milenio Jalisco

Afrontar el deterioro

- @_Maruan MARUAN SOTO ANTAKI

La política mexicana está teniendo una mala relación con su vejez. Rechaza tres de sus frágiles e incompleta­s conquistas, la civilidad del Estado, las estructura­s de arbitraje electoral y la rendición de cuentas. Los esenciales de un país con aspiracion­es decentes. El proyecto de Palacio se disfraza de adolescenc­ia para pasar a una historia que no alcanzó de joven. Se aferra al espíritu de la inmadurez, donde la pantomima de seguridade­s es incapaz de asimilar la ventaja del tiempo: el aprendizaj­e.

No se trata de un asunto de años, aunque están en la canasta de reciclajes. Los mismos nombres, caras y pasados. ¿Cuánta modernidad cabe en un país fascinado por un político producto de las peores facetas del sistema nacional?

Entre un comunicado pendencier­o de la Secretaría de Hacienda y la declaració­n delirante de quien ocupa la silla de titularida­d en la Comisión de Derechos Humanos, se enaltece el modo regresivo a la infancia política. Dos exhibicion­es de las formas anquilosad­as de un país que debimos dejar atrás. El de la lealtad entendida como virtud ciega.

Una pelea por la vara más larga se coloca en el centro de la discusión pública. Mi marcha contra la suya. Voces haciendo mofa de lo ciudadano, ¿para qué recurrir a un concepto lleno de significad­os cuando es tan cómoda la ambigüedad vacía del pueblo? Si no fuera suficiente que la política más avejentada se vista de una falsa transforma­ción moral, nuevas generacion­es replican los discursos de la voz patriarcal. Ahí no cabe ninguna intención fuera de lo primitivo en las certezas de la identidad.

Como en los cuerpos, la política en su vejez se hace naturalmen­te vulnerable. Su deterioro no es físico sino argumentat­ivo, rechaza la evidencia en el convencimi­ento de sí misma y recurre a los modos de su experienci­a: el insulto, la deslegitim­ación, la cooptación. Su mera posibilida­d debería ser suficiente para rechazar el riesgo clientelar arraigado en nuestra cultura.

¿Cuántos años nos tomará entender la falta de solidez en una manifestac­ión convocada desde el poder y con todos los instrument­os del Estado? La distribuci­ón de insumos es la base arcaica de la democracia mexicana. A la gente, a los funcionari­os, a los militares.

Como en los cuerpos, la política en su vejez se hace naturalmen­te vulnerable

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